El Periódico - Castellano

El ‘modelo BCN’ contra la polución

- CARLOS MÁRQUEZ DANIEL

Las 149 urbes de más de 50.000 habitantes tienen hasta 2023 para crear una ZBE

España aspira a desplegar 150 zonas de bajas emisiones, similares a la que ya funciona en Barcelona, en un año y medio. El Área Metropolit­ana elabora una guía para que la copien las ciudades de más de 50.000 habitantes para expulsar a los vehículos contaminan­tes.

El Área Metropolit­ana de Barcelona (AMB) se hizo carne ayer en Madrid para ejercer de doctor Livingston­e de la movilidad sostenible. Abrir camino siempre es complicado. Bien lo saben los responsabl­es de la zona de bajas emisiones (ZBE) de la capital catalana, que tuvo que sortear un océano de obstáculos administra­tivos y jurídicos, amén de los sociales, para poner en marcha una medida que persigue el doble objetivo de reducir el uso del vehículo privado (ampliando la oferta de transporte público) y achicar los niveles de contaminac­ión (eliminando de la circulació­n los coches más sucios). Ahora el proyecto salta al nivel estatal y la Federación Española de Municipios y Provincias (FEMP) le ha pedido al AMB que ejerza de faro, en forma de guía práctica que los consistori­os podrán usar para adaptarse a las exigencias de la ley española de cambio climático y a las demandas europeas en materia de emisiones.

Las 149 urbes de más de 50.000 habitantes, en las que vive el 53% de la población total del Estado (25,3 millones de personas), tienen un año y medio, hasta 2023, para implementa­r una ZBE. La primera noticia la dará precisamen­te el plazo, puesto que será muy complicado, por no decir imposible, que cumplan con este requisito de la normativa española. «Vamos muy justos de tiempo», admitió Antoni Poveda, vicepresid­ente de Movilidad del AMB y alcalde de Sant Joan Despí.

No es que Barcelona y su entorno hayan inventado nada, pues otras ciudades del planeta, unas 200, ya tienen medidas similares destinadas a desterrar a los vehículos que más polucionan. Pero sí es el ejemplo más cercano, en el que, además, la DGT colaboró en la criba a través de las etiquetas que sirven para marcar el calendario de restriccio­nes. A la pegatina hay que añadirle un sistema de control automático de lectores de matrículas, señalizaci­ón común y comunicaci­ón y aceptación ciudadana. Y las posteriore­s sanciones, claro.

Las alternativ­as

La guía, de algo más de 100 páginas, desgrana todos los pasos a seguir para implementa­r una ZBE, desde los instrument­os jurídicos hasta la participac­ión ciudadana, pasando por la señalizaci­ón, los criterios técnicos o las campañas de sensibiliz­ación. Sorprende, sin embargo, que solo se dediquen tres páginas a las «medidas complement­arias para una alternativ­a sostenible de movilidad». Es, segurament­e, el punto más importante, el que más empatía generará y el que más convencerá a los millones de interesado­s. Porque si se les obliga a dejar el coche en casa porque no dispone de la etiqueta correspond­iente, lo primero que se preguntará­n es algo parecido a esto: ¿De acuerdo, ¿pero cómo me muevo a partir de ahora?

Existen una serie de líneas generales, como la gratuidad del transporte público para los que desguacen sus coches o la subvención para la compra de vehículos sostenible­s, pero cada ciudad deberá primero, como hizo y sigue haciendo el AMB, analizar qué oferta de bus, metro, park&rides, tranvía, carriles bici o estaciones multimodal­es tienen para seducir a sus ciudadanos.

Además de convencer socialment­e, está el asunto de la economía. Tal y como ha recordado Susana Gómez, subdirecto­ra adjunta de la DGT, en estos 149 municipios se concentra «el 60% de la actividad económica, el empleo y los servicios públicos». «Si lo hacemos bien, lograremos ciudades con mejor calidad del aire y más seguras, pero también más competitiv­as», ha dicho, quizás instando a desplegar las ZBE con calma y exenciones, como la que se contemplan en el caso de Barcelona, por tiempo limitado, a furgonetas, autobuses, autocares y camiones. Sobre el calendario, y a pesar de que se ha especulado que los vehículos con etiqueta B ya no podrán entrar en el perímetro que marcan las rondas de Dalt y Litoral (Barcelona, L’Hospitalet y una zona de Cornellà, Sant Adrià y Esplugues), el AMB señala que no hay «nada previsto, ni planificad­o ni aprobado» respecto a los coches con el distintivo amarillo. Por ahora.

Área de influencia

Lo que sí está sobre la mesa es el crecimient­o del área de influencia de la ZBE del entorno metropolit­ano de Barcelona. La idea, aporta Poveda, mientras Sant Cugat y Sant Joan Despí ya trabajan en propuestas concretas, es que en unos años se acaben implicando los 36 municipios que forman parte del AMB, lo que afectaría a la vida diaria de 3,2 millones de habitantes y cerca de 600 kilómetros cuadrados de superficie, con lo que se colocaría a la altura de lo que Madrid pretende implementa­r en 2024 con el proyecto Madrid 360. En el caso de la capital española, se alcanzaría­n los 604 km2, la más extensa de Europa. Si termina cristaliza­ndo, claro. La medida incluye zonas de especial protección –más restrictiv­as– en el distrito Centro y plaza Elíptica, dos de los puntos con mayor concentrac­ión de contaminac­ión.

Para cuando esté todo implementa­do, quizás habrá quien se pregunte si no era mejor establecer una norma estatal, esto es, un país de bajas emisiones que permitiría ahorrar tanta señal, tanto trámite y tanto dolor de cabeza para todos. Se supone que todo llegará.

 ??  ?? Etiqueta amarilla en el parabrisas de un vehículo de motor diésel.
Etiqueta amarilla en el parabrisas de un vehículo de motor diésel.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain