Orgullo latino a ritmo de musical
‘In the heights’ (‘En un barrio de Nueva York’), la seminal obra de Broadway del afamado Lin-Manuel Miranda, se convierte por fin en película de la mano del director Jon M. Chu. La película, que llega hoy a nuestras salas de cine, ofrece un espectáculo t
Lin-Manuel Miranda comenzó a escribir In the heights (En un barrio de Nueva York) cuando tenía 19 años y estaba en su segundo año en la universidad. Quiso hacer un homenaje al barrio en el que creció, Washington Heights, en la parte norte de Manhattan, y a sus gentes para hablar de exclusión y de racismo estructural, pero también de la energía, la esperanza, los sueños y el espíritu de comunidad.
En ella vertió buena parte de sus recuerdos de infancia, así como muchos de los rasgos de algunos de sus familiares, de su padre, de su hermana y de él mismo, que se reservó un papel, el de Usnavi (que ahora encarna Anthony Ramos), que se convierte en el epicentro de todo un crisol de historias que hablan de superación, de resistencia frente a las adversidades, de anhelos y de lucha. Con el tiempo, En un barrio de Nueva York se convertiría en uno de los musicales más icónicos de Broadway. Era cuestión de tiempo que terminara adaptándose al cine, pero las políticas represivas migratorias de la Administración de Trump y la explosión del movimiento de los dreamers contribuyeron a la imperiosa necesidad de reivindicar al colectivo latino en Estados Unidos a través de esta fiesta orgullosa que es la película, que llega hoy a los cines.
«Cuando uno de los personajes habla de racismo latente o flagrante, es más cierto ahora que en 2008 cuando se estrenó la obra de teatro», dice Lin-Manuel Miranda, también artífice de Hamilton. «Siempre me ha parecido que los temas fundamentales eran el hogar, la comunidad y cómo América mejora gracias a las personas que vienen aquí para iniciar nuevos capítulos de sus vidas».
Para adaptar y actualizar el libreto, nadie mejor que la autora original, Quiara Alegría Hudes. «En él, Lin-Manuel Miranda y yo intentamos plasmar algunas de las preguntas que nos hacíamos sobre nuestra identidad y nuestras raíces. ¿Somos lo suficientemente puertorriqueños? ¿Somos lo suficientemente estadounidenses?», cuenta la guionista.
Inevitablemente, encontramos algunos cambios con respecto al original. «En teatro duraba dos horas y media, había muchos protagonistas y si lo manteníamos tal cuál, la película habría sido demasiado larga y desenfocada. No se trataba de cortar, sino de centrar los temas». Desaparecen así algunos personajes y aparecen otros, como un matrimonio de lesbianas. «Esto me permitió rendir homenaje al impacto que las personas queer han tenido en los barrios y hacer la película más diversa e inclusiva». Sin embargo, en los últimos días, han surgido críticas hacia la película por la ausencia de latinos negros en la película, ante lo que Miranda ha tenido que pedir disculpas a través de las redes sociales.
Gran mezcla musical
Para darle un aspecto visual rotundo apostaron por el director Jon M. Chu, responsable de Crazy rich asians (Locamente millonarios), que ya incluía apoteósicos y originales números de baile. Aquí la apuesta se multiplicaba, ya que rodaron en escenarios naturales y las calles y sus gentes se convierten también en protagonistas de la función a ritmo de una mezcla sonora que nos lleva del hiphop hasta la música latina, pasando por el pop y el teatro musical. «La gente me preguntaba, ¿cómo harás que resulte cinematográfico? ¿Cómo vas a hacerlo más espectacular? ¿Qué vas a hacer para que sea aún más grande? Y la respuesta fue, profundizando, porque las interioridades de la historia son muy importantes», cuenta Chu.
«No somos invisibles», es uno de los grandes mensajes que lanzan los personajes de la película. Lin-Manuel Miranda siempre tuvo eso presente: «La obra era una oportunidad para que la voz de los latinos fuera escuchada y estuviera representada».
«Cuando uno de los personajes habla de racismo, es más cierto ahora que cuando se estrenó la obra», dice Miranda