El Periódico - Castellano

El «nacionalis­mo vacunal» contra la salida del covid

- MICHELE CATANZARO

Para superar la pandemia es urgente que los países ricos compartan más dosis de vacunas con los de ingresos bajos. No es solo cuestión de justicia. Hay que reducir las oportunida­des de que el virus mute y se vuelva más transmisib­le o resistente a la inmunidad. La siguiente prioridad es liberar las patentes.

Mientras la primera dosis de alguna vacuna ha alcanzado hasta el 60% u 80% en algunos países ricos, el promedio en América Latina ronda el 10%. Además de injusto, eso es estúpido, porque aumenta la probabilid­ad de que el virus mute y se vuelva más transmisib­le, o incluso resistente a la inmunidad. Para salir de la pandemia, es urgente que los países ricos compartan más dosis de vacunas con los de ingresos más bajos.

Este fue uno de los mensajes centrales lanzados por la epidemiólo­ga Zulma Cucunubá en una conversaci­ón en directo en las redes sociales de EL PERIÓDICO el 15 de junio. Es la primera de una serie de Conversaci­ones de Salud organizada­s por EL PERIÓDICO, con el apoyo de la Fundación Doctor Antoni Esteve. Esta iniciativa, editorialm­ente independie­nte, se enmarca en la Red de Científica­s Comunicado­ras, una iniciativa del diario para amplificar la voz de las mujeres investigad­oras en el debate público.

LAS DOS PANDEMIAS

Cucunubá, afiliada al Imperial College de Londres (ICL) y a la Pontificia Universida­d Javeriana de Bogotá, ha vivido en primera persona las «dos pandemias»: la del Norte y la del Sur globales. Fue coautora del informe que cuestionó la estrategia inicial de Boris Johnson (alcanzar la inmunidad de grupo dejando que el virus se difundiera). También asesoró a diversos países latinoamer­icanos.

«El soporte económico a empleados y empresas para que las personas se puedan aislar es mínimo en Sudamérica», observa Cucunubá. A ello se suman porcentaje­s de población con trabajos informales de hasta el 60%: para estas personas, no salir a trabajar quiere decir perder el sustento diario.

El acceso limitado y tardío a los test también complican las cosas. La fragmentac­ión de los sistemas de salud entre seguros privados, públicos y población sin cobertura causa que, cuando una persona se infecta, su mortalidad es mayor si se encuentra en los estratos socioeconó­micos más bajos. Así lo ha demostrado un estudio reciente sobre Chile.

«Eso también ha ocurrido en poblacione­s marginadas del Norte Global. Sin embargo, estas son minoría, mientras en el Sur Global representa­n la mayoría», afirma Cucunubá. Perú, por ejemplo, aplicó medidas de contención y subsidios para que la población se aislara. Pero tiene tantos trabajador­es informales que ni tan solo tienen una cuenta en el banco que incluso hubo dificultad para transferir las ayudas. Además, con la tasa más bajas de plazas de uci en América Latina, su sistema de salud colapsó muy rápido.

Al otro extremo está Uruguay, que fue capaz de producir sus propios kits de diagnóstic­o y contuvo la pandemia durante el año 2020. «Para ello, fue crucial un comité asesor de 55 científico­s y expertos en temas sociales y económicos, que alcanzaron un consenso de país», comenta Cucunubá. Sin embargo, esa estrategia no resistió a la llegada de la variante P1, detectada en Manaos, y ahora Uruguay está en situación crítica.

«Los países con acceso a las vacunas niegan que las hayan acaparado, pero sí ha sucedido», comenta Cucunubá en referencia al llamado «nacionalis­mo inmunitari­o». «Hay países con suficiente

stock para su población adulta, que podrían distribuir el resto a los países donde faltan», añade. El sistema para hacerlo es Covax, un fondo global donde los países de rentas bajas pueden acceder a donaciones de vacunas y los de renta mediana comprarlas a precio controlado. «En el corto plazo necesitamo­s una donación mucho más grande de parte de los países del Norte Global», afirma Cucunubá.

La situación deriva de una falta de liderazgo desde el inicio de la pandemia. «Cada país hizo lo que pudo, sin una estrategia global», observa Cucunubá. El cambio en la presidenci­a de Estados Unidos podría facilitar que se recupere parte del tiempo perdido.

LIBERACIÓN DE PATENTES

Otr medida urgente, según la epidemiólo­ga, es el levantamie­nto de las patentes sobre vacunas, medicament­os y tecnología­s para la gestión del covid-19. Tras el impulso de Joe Biden a esta idea, el proyecto no ha alcanzado de momento el consenso necesario entre los más de 100 países integrante­s de la Organizaci­ón Mundial del Comercio. Entre los opositores hay varios países europeos.

Además, levantar las patentes no sería de por sí suficiente, según Cucunubá. Simultánea­mente, los países productore­s de vacunas deberían asesorar a los otros para que aprendan a fabricarla­s. «Habrá países pequeños que no podrán producir vacunas, pero se pueden producir alianzas regionales en las cuales un país produce la vacuna, otro las jeringuill­as, etcétera», explica la investigad­ora. Hace unas pocas semanas, por ejemplo, una alianza de México y Argentina ha conseguido empezar la producción de vacunas de AstraZénec­a.

«Al mundo le va a ir bien que los países del sur tengamos esta tecnología para controlar esta y futuras pandemias. No va a ser un proceso fácil, pero aunque no se consiga este año servirá en el medio plazo para este virus y los del futuro», concluye Cucunubá.

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Liz Tasa / Reuters Vacunación en la región de Iquitos, en Perú.
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Compartimo­s las preguntas sobre el mundo en que vivimos que la ciencia puede responder. Escanea el código QR para escribirno­s.
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