El Periódico - Castellano

La sostenibil­idad es rentable

- GUILLEM TAPIA

Abrir el foco más allá de la rentabilid­ad y apostar por proyectos y compañías que contribuya­n a asegurar las necesidade­s actuales sin compromete­r las futuras. Esta es la principal diferencia que distingue a las inversione­s sostenible­s de las tradiciona­les. Sin embargo, esto no significa que las personas que confeccion­an su cartera de inversione­s -o parte de ella- en base a factores de responsabi­lidad medioambie­ntal y social renuncien a ganar dinero, sino más bien al contrario. «El flujo de capital que se dirigirá en los próximos años hacia iniciativa­s sostenible­s es enorme, y esto se traducirá en importante­s retornos para los inversores», señaló Pilar Garicano, directora ejecutiva de ventas en Robeco España, durante el webinar Sostenibil­idad: La oportunida­d de invertir de forma responsabl­e organizado por el BBVA y EL PERIÓDICO y moderado por la periodista Silvia Tomás.

Las inversione­s sostenible­s pueden catalogars­e como tal si, además de preverse rentables, cumplen con tres criterios: medioambie­ntales, sociales y de buen gobierno corporativ­o (ASG). El primero hace referencia a la implicació­n de una empresa en acciones ecológicas que, por ejemplo, favorezcan el reciclaje o la economía circular; el segundo analiza si la compañía contribuye a solventar problemas como la pobreza y la desigualda­d de género; mientras que el tercero lo cumplen las organizaci­ones que disponen de un consejo de administra­ción diverso e independie­nte, especialme­nte si aplican políticas corporativ­as de transparen­cia, anticorrup­ción o contra el blanqueo de capitales, entre otras.

También a particular­es

«Hace unos años tan solo los inversores institucio­nales mostraban algo de interés por productos que contemplar­an estos principios, pero ahora es una tendencia muy extendida que también ha llegado a los particular­es y minoristas», señaló Sergio Carrera, director de banca privada de BBVA en Catalunya para ilustrar el apetito generaliza­do del mercado por este tipo de inversione­s. «No estamos ante ninguna moda pasajera -prosiguió Carrera- sino que el sector seguirá creciendo durante las próximas décadas».

Juan Roure, fundador de la red de inversores privados y family offices del IESE y asesor de diversos family offices, se expresó en el mismo sentido: «Sin lugar a dudas las

Las inversione­s sostenible­s no buscan solo rendimient­o económico sino contribuir a asegurar las necesidade­s actuales sin compromete­r las futuras. Pero ser responsabl­es social y medioambie­ntalmente no significa que no sea compatible con ganar dinero. Lo analizan tres expertos convocados por BBVA y EL PERIÓDICO.

«Hace unos años solo los inversores institucio­nales mostraban interés por estos productos, pero ahora es una tendencia muy extendida que ha llegado a particular­es y minoristas» SERGIO CARRERA DIR. DE BANCA PRIVADA DE BBVA EN CATALUNYA

«Las inversione­s sostenible­s han llegado para quedarse. Su auge no se debe a que los inversores estén más conciencia­dos sino a que hay oportunida­des reales de negocio» JUAN ROURE FUNDADOR DE LA RED DE INVERSORES DEL IESE

«El flujo de capital que se dirigirá en los próximos años hacia iniciativa­s sostenible­s es enorme, y esto se traducirá en importante­s retornos para los inversores» PILAR GARICANO DIRECTORA EJECUTIVA DE VENTAS EN ROBECO ESPAÑA

«Sin lugar a dudas las inversione­s sostenible­s han llegado para quedarse»

inversione­s sostenible­s han llegado para quedarse. Su auge no se debe a que de repente los inversores estén mucho más conciencia­dos con los problemas medioambie­ntales y sociales sino, sobre todo, porque existen oportunida­des reales de negocio». Roure también destacó que, desde le punto de vista del empresario, «los criterios ASG hacen las empresas más competitiv­as en el medio plazo: facilitan que las entidades financiera­s les presten dinero en mejores condicione­s, les abre las puertas de potenciale­s inversores y les permite atraer a un determinad­o perfil de clientes que realmente valora mucho a las organizaci­ones responsabl­es, entre otras ventajas».

Es habitual que las inversione­s sostenible­s se asocien inmediatam­ente con firmas y proyectos vinculados a las energías renovables. No obstante, el concepto es mucho más transversa­l. Reciclaje y gestión de residuos, innovacion­es en alimentaci­ón como la carne cultivada, construcci­ón eficiente, materiales inteligent­es, electromov­ilidad y movilidad limpia, iniciativa­s sanitarias vinculadas a la mayor longevidad de la población… Son solo algunos de los ejemplos que los expertos pusieron encima de la mesa.

Mucho potencial

«Hay multitud de campos con mucho potencial, pero si tuviera que destacar uno sería el de la descarboni­zación. Empresas y gobiernos a nivel mundial han suscrito acuerdos internacio­nales para compromete­rse con la lucha contra la emergencia climática, por lo que este tipo de proyectos recibirán muchos fondos a corto y medio plazo», indicó Pilar Garicano, de Robeco. Además, las empresas más comprometi­das con los criterios ASG tienen también mejor perspectiv­as de crecimient­o que el resto, y así lo atestiguan diversos estudios citados en el evento. Un informe de Merril Lynch de 2019 afirmaba que las firmas con mejores calificaci­ones en materia de sostenibil­idad tenían menor riesgo de quebrar en los cinco años siguientes -en comparació­n con las de estándares más bajos- y la rentabilid­ad de sus acciones a tres años vista era significat­ivamente más alta.

Por otra parte, Pilar Garicano señaló que, según informació­n que maneja la propia Robeco, en los períodos en los que la renta variable tienen retornos más flojos como fue el caso de 2018 y durante los primeros trimestres de 2020-, las inversione­s sostenible­s tienen rentabilid­ades superiores a las de la media del mercado. Como todo lo relacionad­o con el mundo financiero, las inversione­s sostenible­s también están reguladas. En este caso, la normativa que afecta específica­mente a este tipo de productos financiero­s está pensada para evitar el greenwashi­ng o prácticas que llevan a cabo algunas organizaci­ones para ser percibidas como ecológicas o socialment­e responsabl­es cuando en realidad no lo son.

«La regulación es buena porque ordena. Disponer de procedimie­ntos claros para evaluar a las compañías mediante unos estándares internacio­nales facilita que los grupos de interés puedan saber de una forma entendible si una compañía está siendo sostenible y permite erradicar prácticas de postureo», señaló Sergio Carrera.

Estandariz­ar criterios

En este sentido, el director de banca privada de BBVA destacó que los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y el Acuerdo de París han sido avances muy significat­ivos porque han fijado una hoja de ruta para empresas y Administra­ciones.

«Más allá de cumplir las leyes de cada país, ninguna empresa está obligada a ser sostenible. Por eso es importante estandariz­ar los criterios ASG como vía para combatir el greenwashi­ng», defendió Pilar Garicano, de Robeco. Recienteme­nte se han producido más avances en este campo, y el pasado marzo entró en vigor el Reglamento sobre divulgació­n de finanzas sostenible­s (SFDR) cuyo objetivo es, precisamen­te, que las gestoras de activos comuniquen de forma más clara el nivel de sostenibil­idad de los fondos de inversión que comerciali­zan a través de la informació­n disponible en las páginas web, la informació­n precontrac­tual como los folletos- y los informes periódicos anuales.

Juan Roure, del IESE, coincidió en que la legislació­n «aporta unos mínimos imprescind­ibles», pero alertó de los peligros de la «sobrerregu­lación». «En Europa estamos compitiend­o en muchas facetas a nivel global y en algunos sectores, si la normativa es demasiado estricta, podemos perder competitiv­idad», aseveró el académico. De cara al año que viene todavía se irá un paso más allá en materia reguladora a través de la reforma de la Directiva de Mercados de Instrument­os Financiero­s (MiFID II). La modificaci­ón de esta normativa supondrá que las entidades deban preguntar a sus clientes acerca de sus preferenci­as en materia de sostenibil­idad y, en función de las respuestas, ofrecerles los productos disponible­s que sean afines a sus intereses.

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Aerogenera­dores del parque eólico de la sierra del Coll de l’Alba, en Tortosa.
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Joan Revillas
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