Abstención récord en Irán ante la grave crisis y la apatía de la población
Las secuelas del bloqueo de EEUU y la victoria casi segura del ultraconservador Ebrahim Raisí desmovilizan al electorado Las autoridades amplían el horario de las urnas para incentivar el voto
Irán acudió ayer a las urnas para elegir un nuevo presidente en unas elecciones marcadas por la apatía de la población que, pase lo que pase, verá cómo acaba ganando el candidato que han elegido el líder supremo, Alí Jamenei, y su círculo de poder.
En estos comicios concurrían cuatro candidatos: uno popular y con opciones reales y otros tres sin perfil público, que no eran conocidos antes de presentarse ni cuentan con un grupo real de seguidores. Hace un mes, fueron cerca de 600 las personas que presentaron sus candidaturas para estas elecciones pero el Consejo de Guardianes, el órgano que supervisa las votaciones, solo permitió que se presentasen siete de ellos. De los siete, tres se han retirado en los últimos días, justo antes de la contienda.
Así, el ganador, muy probablemente y si no hay una sorpresas de última hora, será Ebrahim Raisí, jefe del Poder Judicial de Irán, ultraconservador y un fiel confidente y alumno del ayatolá Jamenei. Con su victoria, se espera que los radicales de línea dura tomen el control total del Estado persa, en parte, gracias a la marcha de Hasan Rohaní, presidente saliente y considerado como un moderado y aperturista con Occidente.
Tensiones
En los últimos años, la tensión entre estas dos facciones –ultraconservadores y moderados– había aumentado exponencialmente hasta llegar a finales de 2019, cuando una ola de protestas se extendió por el país.
Se calcula que cerca de un millar de iranís murieron en pocas semanas como consecuencia de la respuesta policial. Esa escalada de manifestaciones terminó con la llegada de la pandemia de coronavirus hace poco más de un año.
«El día electoral es el día de la nación iraní. Hoy, la gente está al mando. Cada voto cuenta, y nadie debe de preguntarse que qué conseguirá su voto. Este voto solo, cuando es combinado con los demás, se convierte en millones», dijo Jamenei tras votar.
Sin embargo, los millones de votos no han acabado siendo muchos. En unas elecciones presidenciales normales –y estas no lo son– la participación se sitúa siempre en torno al 75%-80% de los votos de un total de 60 millones de personas con derecho a sufragio. En los comicios de ayer, a las siete de la tarde hora local, la participación estaba tan solo en el 37%, anunció la agencia semiestatal Fars. Con el paso de las horas, la cifra total podría llegar a cerca de un 40%, lo que convertiría estas elecciones en las menos concurridas de la historia de la República Islámica de Irán, fundada en 1979 tras la revolución verde.
La grave crisis económica que atraviesa el país, potenciada por las sanciones de Estados Unidos, y la victoria prácticamente asegurada de Raisí, que muchos creen que estaba decidida antes de la votación, explican la alta abstención y la apatía general de una población completamente hastiada.
«Agravios y problemas»
Con objeto de incentivar el voto, el Gobierno intentó una medida peculiar durante la jornada electoral. Los centros de votación iranís tenían que cerrar esta tarde a las 17.00 horas (15.30 horas en España), pero las autoridades, ante la falta de votos, decidieron ampliar el plazo varias horas más, hasta la medianoche. A partir de ahí, aún podrían extenderse por unas horas más. Al cierre de esta edición no había resultados oficiales y no se esperan hasta hoy por la mañana o mediodía, aunque esté claro que, por mucho que tarde en completarse el recuento oficial, el ganador de estas elecciones va a ser Ebrahim Raisí.
«Le pido a todo el mundo con una opinión política que vote. Los agravios y problemas de nuestra gente son reales, pero si ellos son la razón para no participar [en estas elecciones presidenciales], entonces esta razón está equivocada», declaró Raisí ayer poco después de votar. Una participación muy baja sería vista como un daño a su legitimidad como presidente, además de que, según sostienen muchos expertos, perjudicaría sus aspiraciones futuras: no son pocos los que consideran que después de la presidencia, Raisí planea sustituir al ayatolá una vez Jamenei, de 82 años, fallezca.
Expertos pronostican que el candidato aspira a sustituir al ayatolá Jamenei, de 82 años, cuando fallezca
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