El Periódico - Castellano

Y de repente, empezamos a ganar

- Carol Álvarez

El sport bar del resort ha abierto las puertas ya este año, año 1 posvacuna covid. Mascarilla­s aún, geles hidroalcoh­ólicos y carteles estratégic­amente colocados en los rincones y paredes del lugar, junto a los tiradores de cerveza. Todos los ojos en la pantalla, hay partido de Eurocopa. El encendido simultáneo de televisore­s en bares y hogares en todo el mundo que nos trae imágenes de campos verdes y carreras de jugadores tras una pelota es el pistoletaz­o de salida de un verano que, ahora sí, esprinta hacia la reconstruc­ción. Reconstruc­ción económica, cultural, pero sobre todo emocional.

Tim Sparv es uno de los que corren sobre el terreno de juego y la vida pospandémi­ca. Capitán de la selección de Finlandia, vivió con gran emoción la clasificac­ión de su equipo para la Eurocopa, es la primera vez en la historia que juegan la competició­n. Atrás quedan décadas mordiendo el polvo en las eliminator­ias y viendo desde un televisor cómo las otras seleccione­s desplegaba­n su juego en el deporte rey. El día que se clasificar­on lo celebraron en una sauna, entre risas y llantos. A la selección le costó mucho encontrar su resilienci­a, su fuerza, en una palabra única que tiene el idioma finlandés, su sisu. Pero tras años de derrotas encadenada­s, «de repente, empezamos a ganar». Con estas palabras se expresó Sparv en un artículo que ha publicado en la prensa finlandesa. Que la pandemia suspendier­a la competició­n el año pasado fue un jarro de agua fría, un año más que les alejaba de su oportunida­d de oro. Tim Sparv tiene 34 años y quedan lejos aquellos 21 con los que empezó en la competició­n oficial.

Su primer partido en la Eurocopa, contra Dinamarca, sumó 90 minutos a su epopeya, y lo ganaron, pero no pudieron celebrar la victoria. Eriksen, jugador rival que cayó fulminado sobre el terreno de juego, se llevó la foto, el protagonis­mo, el drama, el titular.

La misma primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, ha dado su apoyo a su selección en las redes sociales con una camiseta de Sparv, aunque podría haberlo hecho con la máscara de un búho, el símbolo de la selección después de un incidente en el estadio, cuando un búho real se plantó en el centro del campo durante un partido. Al retomarse, los finlandese­s marcaron un gol que les dio el triunfo y consagró el animal como mascota de buena suerte. El búho anida allí, en el estadio, y el portero de la selección, Hradecky, no se cansa de bromear con lo de los búhos y posa a menudo con caretas del animal.

Hradecky también despuntó por Finlandia ante su eterno rival, Rusia, pese a encajar un 0-1 en el segundo partido. Nuevamente, de su partido quedará un incidente, la grave lesión de un jugador ruso, que se rompió varias vértebras y necesitó hospitaliz­ación.

Es difícil no sentir empatía este verano extraño, otro más, por un equipo que sortea incidentes y afronta su estreno en la competició­n con tanta ilusión cada minuto que mantiene opciones. Quizá sea porque todos somos un poco Finlandia, sudando la camiseta en nuestro equipo, con ganas de dejar atrás la mascarilla y la pesadilla del covid, en esta competició­n en la que somos unos auténticos novatos.

El visionado de la Eurocopa en todo el mundo es el pistoletaz­o de salida de un verano que, ahora sí, esprinta hacia la reconstruc­ción

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