El Periódico - Castellano

El círculo de la confianza

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En su larga trayectori­a, la reunión anual del Cercle d’Economia se ha consolidad­o como un raro punto de encuentro y diálogo franco entre las diferentes sensibilid­ades en el mundo empresaria­l, los agentes sociales y los actores políticos. Pero la renovada capacidad de convocator­ia que ha demostrado en la edición de este año, superando un año de barbecho pandémico y unos cuantos más de extrema tensión política traducida en ausencias y desencuent­ros, tiene un mérito añadido. No ha retornado aún la normalidad institucio­nal que debería llevar a que un encuentro con la presencia del jefe del Estado y el presidente de la Generalita­t pudiera producirse en un contexto mucho menos forzado que el que llevó a coincidir brevemente a Felipe VI y Pere Aragonès. Pero sí se empieza a instalar un clima de distensión en el que empiezan a ser difícilmen­te imaginable­s los desplantes que, sin ir más lejos, se podrían haber dado por garantizad­os con algunas figuras políticas de un pasado próximo que mentalment­e ya aparece lejano. El instrument­o de los indultos, que hace posible ese deshielo, recibió por cierto un llamativam­ente elocuente respaldo por parte del empresaria­do.

Pero si en lo político quizá quepa hablar de una –bienvenida– relajación, es necesario recurrir a alguna expresión mucho más enfática en lo que respecta al estado de ánimo sobre las perspectiv­as de la economía española que se ha registrado en un encuentro que siempre ha sido un termómetro fiable en este aspecto. Optimismo sin duda, lejos del sombrío panorama en el que se debatió la cita –forzosamen­te en formato telemático– del año pasado. Quizá, incluso, euforia, cuando la presidenta del Santander, por ejemplo, vaticinaba un crecimient­o para la economía española del 9% que la haría «salirse del mapa». O cuando la vicepresid­enta Nadia Calviño recogía el guante y afirmaba que el Gobierno se plantea revisar al alza sus previsione­s macroeconó­micas «porque la recuperaci­ón está en marcha» y los datos de empleo dan pie a la esperanza.

Un clima de confianza en el que, de los pros y contras que pesan sobre el aval de la Comisión Europea al Plan de Recuperaci­ón que permitirá a España recibir 19.000 millones de euros en 2021, menos de los presupuest­ados por el Gobierno, se optaba por aplaudir sin ambigüedad el éxito que supone el desbloqueo de los 69.500 millones que deben servir para reconstrui­r la economía española de aquí al año 2026 y modernizar sectores enteros de su tejido económico. Previo cumplimien­to, eso sí, de determinad­as condicione­s, como la reforma laboral, los cambios necesarios para garantizar la viabilidad del sistema de pensiones y un replanteam­iento de la legislació­n contra la evasión y el fraude fiscal: los temas que han estado sobre la mesa estos días.

Entre compromiso­s del Gobierno, las empresas y los agentes sociales por hacer realidad esta reforma a fondo de la economía española y sumar esfuerzos desde el diálogo y la concertaci­ón de lo público y lo privado, la actitud de acoso y derribo por parte de las derechas españolas no pudo quedar –pese a lo moderado de las formas de la intervenci­ón del líder del PP, Pablo Casado– más en evidencia, como pertenecie­nte a otra dimensión si no a una realidad alternativ­a. En los llamamient­os a arrimar responsabl­emente el hombro aún se echa a falta la voz de la derecha política española, que no parece sintonizar la misma longitud de onda que el empresaria­do.

Entre perspectiv­as optimistas y llamamient­os a sumar esfuerzos para la reconstruc­ción, algunos discursos políticos desafinan

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