Calor mestizo
El cambio climático no perdona y las olas de calor y el verano metereológico llega antes que el del calendario. Aumentar el consumo energético con aires acondicionados de última generación es cero sostenible, y para mucha gente sencillamente imposible e impagable. Sobre todo ahora con las nuevas tarifas de la luz. Otro de los efectos negativos del cambio climático es complicar aún más la vida en los barrios que siempre lo tienen más difícil por pobres, poblados y diversos. Allí el verano siempre es sinónimo de conflicto, y en la diana de todas las críticas, siempre y de manera recurrente, con pandemia o sin ella, los jóvenes y las personas de origen migrante.
La respuesta (fácil) desde hace unos años son los dispositivos policiales «especial verano». Lamentablemente no se multiplican de la misma manera los esfuerzos ni los recursos para poner en marcha dispositivos especiales de mediación y diálogo a pie de calle o en horario nocturno.
Espacio público
Con el aumento de las temperaturas empieza a ser urgente que nos replanteemos los usos y horarios del espacio público, y el mal uso que hacemos de la palabra civismo porque, demasiado a menudo, es sinónimo de racismo.
El 24% de los vecinos y vecinas de L’Hospitalet de Llobregat, y el 21,5% de los de Barcelona han nacido en otros países y el año pasado más de 23.000 residentes en Catalunya obtuvieron la nacionalidad. En L’Hospitalet, aunque nuestro servicio de acogida tiene muy pocos medios, gestionó en plena pandemia los procesos de arraigo de 922 personas y los procesos de reagrupación de 492.
Por fortuna, y aunque no se publiciten tanto como a la policía, hay centenares de pequeños proyectos e iniciativas sociales e institucionales que trabajan cada día para facilitar el conocimiento y la comprensión de esta imparable realidad de la Catalunya mestiza. Esta misma semana, Espai de Ciutadania organizaba un debate donde se recordaba que siempre hay que insistir en las aportaciones positivas de las migraciones para nuestra sociedad. Y en verano más.
n