«Es el momento de hacer bonito el espacio público conquistado»
Norteamericano de Barcelona con 33 años de arraigo, este artista múltiple –pintor, diseñador y profesor– explotará su talento en el regreso de la feria de los móviles el 28-J mientras disfruta de expo en la galería Barnadas y retrospectiva, en la Mercè Sala, del mural con el que TMB brindó por los sanitarios en lo peor de la pandemia. — El FAD determinó hace años que el color de BCN era el sardina, un pez plata.
— Si miras Barcelona desde el cielo es de un color grisáceo. Para mí, el color de Barcelona es azul, un azul cobalto, ¿por qué? La ciudad me transmite eso.
— Su paleta es muy viva.
— Y más en los últimos años.
— ¿Esa Barcelona existe o es solo la suya?
— Existe y es la mía. Existe esta ciudad colorista como existen otras Barcelonas. La del Gòtic, que ilustro menos, la de la Diagonal... Por mi pasión gaudiniana me concentro en elementos arquitectónicos y urbanísticos.
— Es la ciudad que desea.
— No soy nada pretencioso. Quiero una Barcelona limpia, feliz, alegre, solidaria, donde puede coexistir ir en moto, ir en bici, ¡ir en coche!, en transporte público... A veces se mezclan menos las cosas que antes. Qué época la de las Olimpiadas, que se hacía de todo. Seguimos siendo una ciudad con mucha gente que viene de fuera o, como yo, que llevan muchos años y somos barceloneses.
— Éramos jóvenes, ¿cuál es ahora la mirada de sus hijos?
— Mi hija pequeña vive aquí, trabaja con una start up de aquí que vende en todo el mundo y ve a mucha gente que quiere venir. Ven una ciudad positiva, estamos recuperando la marca Barcelona que durante un tiempo perdió brillo.
— ¿Y qué siente ante el amarillo Colau en algunas calles?
— La alcaldesa me parece genial, el color que han usado para pintar todo no me gusta tanto.
— El primer día que vio ese amarillo ¿qué pensó?
— Qué horror...
— ¿Y un año después?
— Estoy más acostumbrado. Entiendo que lo hayan usado porque es de aviso, con esos bloques que protegen las nuevas terrazas.
— ¿Un color alternativo?
— Yo haría un planteamiento alternativo. Propondría utilizar el color de otra manera. Barcelona sigue siendo una ciudad de diseño, con grandes diseñadores y diseñadoras, y este amarillo chillón no refleja lo que tenemos. Este nuevo urbanismo tiene cosas buenas y además se va a quedar. Ahora es el momento de hacer bonito el espacio público conquistado.
— Alguna buena idea en su libreta.
— Ideas tengo, claro, pero no quiero insultar a nadie. Alguien ha puesto mucho trabajo y esfuerzo en ello y yo lo respeto. Ahora es el momento de replantearlo un poco.
— Durante la pandemia se apagaron los colores.
— Los míos, no. Yo era uno de esos locos que sabía que esto iba a venir, cuando China construía un hospital en una semana se veía que aquello llegaría aquí y nos trataría muy mal por el tipo de sociedad que tenemos, de besos, de abrazos, de compartir cervezas... Todas las cosas que a mí me encantan. Soy muy previsor: comencé a salir antes que nadie con mascarilla, la gente me miraba mal. Y previsor también porque fui a comprar un montón de telas, pinturas, tenía el estudio lleno para trabajar y durante dos meses no pinté nada.
— El confinamiento del artista.
— No soy solo artista, soy diseñador y profesor. Tengo dos grupos de grado y posgrado en la escuela Eina y de repente teníamos que hacer las clases en online, monté una cuenta de Instagram para que mis alumnos pudieran cada día colgar algo, representando su vida durante la pandemia.
— ¿Ellos qué decían?
— Hay de todo, humor, tristeza, creatividad pura, experimentación. Para mí fueron héroes. Cada viernes nos veíamos en online y dibujábamos, gente en Vilafranca, en Chile, en Canadá, que se levantaban de madrugada para la clase y salir a dibujar lo que teníamos delante.
— ¿Qué harán con ese material?
— Está colgado, en Instagram, en @adrawingaday_einabcn, la gente puede entrar y mirarlo. Es un documento histórico, pequeñito, cada uno en su propia parcela.
— Luego llegó el homenaje a los sanitarios en el metro.
— El proyecto más emotivo que he tenido en muchos años. Desde TMB propusieron que pintara un mural cerca de un hospital público para dar las gracias. Elegimos la parada que da a la zona nueva del Sant Pau. Era complicado. Me ayudaron ocho alumnos de la escuela...
— ¿Quo vadis Barcelona?
— ¿Adónde va? Adelante. Con ganas volver a enseñar al mundo que tiene mucho que ofrecer.
— Como músico, deme una canción para pasear por Barcelona.
— Cuando preparaba el mural de TMB escuchaba, en plan trance, el 50 Palos de Jarabe de Palo. Lo puse todos los días mientras pintábamos. Pondría Eso que tú me das, la que regaló a su hija. Una canción que expresa un positivismo único.
— Hasta la próxima, míster Stanton. Me voy con Eso que tú me das en los auriculares.
— Mejor con todo el disco.