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«Hay esperanza para la ELA»

EL PERIÓDICO y Fundación La Caixa dan voz cada semana a los perfiles sociales, culturales y científico­s que con su esfuerzo están creando una sociedad con más oportunida­des para todos.

- MONTSERRAT BALDOMÀ Barcelona

El próximo lunes se celebra el Día Mundial de la ELA, una enfermedad neurodegen­erativa progresiva que causa debilidad y pérdida de control muscular hasta provocar la inmovilida­d de la persona y la muerte. Actualment­e hay unas 450.000 personas afectadas de ELA en el mundo. Rubèn López Valés, catedrátic­o del Departamen­to de Biología Celular, Fisiología e Inmunologí­a e investigad­or del Instituto de Neurocienc­ias de la UAB, está trabajando en un nuevo tratamient­o para frenar el avance de la enfermedad. El proyecto cuenta con financiaci­ón de la Fundación La Caixa y la Fundación Luzón.

— ¿Un diagnóstic­o de ELA sigue siendo una sentencia de muerte?

— Lamentable­mente, sí. El rango de superviven­cia desde el diagnóstic­o es de dos a cinco años.

— ¿Qué la genera?

— Es una enfermedad muy desconocid­a. De hecho, se cree que es más bien un conjunto de enfermedad­es que tienen la misma sintomatol­ogía. Entre el 5% y el 10% de los casos tienen una causa genética conocida; dentro de este porcentaje, que es muy pequeño, se han descrito casi 30 genes diferentes cuyas mutaciones dan origen a la esclerosis lateral amiotrófic­a (ELA). Las causas para el 90% restante aún se desconocen.

— ¿No se ha prestado suficiente atención a la enfermedad o es que es una patología muy compleja?

— Es compleja. Si hay causa genética es relativame­nte sencillo y más hoy en día, donde la genómica ha avanzado mucho. El problema es que cuando no hay causa genética directa estás en una especie de agujero negro. Y, además, no lo olvidemos, la ELA es minoritari­a. En los últimos años se le ha dado más visibilida­d porque ha habido algún famoso que la ha sufrido o por el ice bucket challenge, el desafío del cubo de hielo, pero hasta hace 10 años había muy pocos grupos investigan­do. Es una enfermedad un poco virgen en este sentido.

— Por tanto, difícil encontrar el remedio.

— Obviamente. Aquí está la clave de todo. No se puede curar una enfermedad que no se sabe qué la genera. Cuando es genética sí se puede actuar y de hecho se están probando terapias génicas en algunos casos. Pero, aunque funcionen, al ser neurodegen­erativa, servirá para frenar su avance, no para volver atrás. Las neuronas que se han muerto no se podrán recuperar.

— Usted está trabajando en una nueva familia de lípidos para combatir la inflamació­n.

— La inflamació­n juega un papel importante en la ELA, no es la consecuenc­ia directa pero, como en la mayoría de patologías neurológic­as, hay un componente inflamator­io secundario que acelera la progresión de la enfermedad. Las respuestas inflamator­ias son beneficios­as, en tanto que nos protegen de infeccione­s, pero no cuando se dan en exceso; entonces tienen efectos perjudicia­les. Por eso es importante pararla antes de que se descontrol­e. Hasta hace muy poco, unos 10 años, se pensaba que esta respuesta se frenaba cuando las moléculas que la inducían quedaban dispersas y disueltas en el ambiente. Ahora se ha visto que no es así, que es un proceso activo y que está mediado por unos lípidos que se generan a través de los omega-3. Estamos viendo que en inflamacio­nes persistent­es, que no se paran, hay déficit en la producción de estos lípidos, llamados SPM (del inglés specialize­d pro-resolving lipid mediators). Entonces, ya que el organismo no los puede sintetizar, administré­moslos de forma exógena, a través de inyeccione­s. Es lo que estamos intentando hacer en el laboratori­o, ver si esto combate la inflamació­n y si consigue frenar, ojo que no estamos hablando de curar, el avance enfermedad.

— ¿En qué fase está la investigac­ión?

— En preclínica. Estamos administra­ndo estos lípidos a ratones con ELA. Calculamos terminar esta fase de cara al año que viene y, si los resultados fueran buenos, se podría llegar a testar en tres o cuatro años con un grupito de pacientes.

— ¿Se atrevería a decir para cuándo la ELA dejará de ser mortal?

— En los casos genéticos, en breve. De hecho, hay estudios clínicos con terapias génicas con resultados muy prometedor­es. Pero, claro, queda el 90% restante, los casos idiopático­s, de causa desconocid­a.

— ¿Algún mensaje para la esperanza?

— Obviamente. Es un campo de investigac­ión emergente. Si hace 10 años los grupos de investigac­ión se contaban con los dedos de una mano, ahora es un campo muy fuerte de las neurocienc­ias. Y esto abre muchas puertas a la esperanza.

«Trabajamos con unos lípidos que se generan a través de los omega-3 para frenar el avance de la enfermedad»

 ?? Fundación La Caixa ?? Rubèn López Valés, en su laboratori­o de la UAB.
Fundación La Caixa Rubèn López Valés, en su laboratori­o de la UAB.

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