El Periódico - Castellano

Lo que Biden nos enseñó

Lo que Biden nos enseñó

- Cristina Manzano

Un soplo de alivio ha recorrido Europa. Sin alharacas, pero con satisfacci­ón, los líderes europeos han recuperado la normalidad perdida en la relación trasatlánt­ica. El tour europeo de Joe Biden –Cumbre del G-7 en Cornualles, la de la OTAN en Bruselas, y el colofón del encuentro en Ginebra con Vladímir Putin– ha cumplido su misión: confirmar que Estados Unidos está de regreso tras el doloroso paréntesis de Trump. Además de vacunas, cibersegur­idad, cambio climático o la necesidad de revitaliza­r el comercio global, estas son algunas de las impresione­s que la «semana de la geopolític­a» y el viaje de Biden nos han dejado:

Cuestión de confianza. Restablece­r la debida confianza entre aliados, tan dañada por Trump, era uno de los objetivos. Biden se acaba de marchar de Europa dejando claro su compromiso trasatlánt­ico y a los europeos más tranquilos, aunque en el aire siga flotando la pregunta: ¿durará?

Otra cosa ha sido Boris Johnson: con su empeño en despreciar la letra firmada (Brexit-Irlanda del Norte), ha logrado empañar el resultado de la Cumbre del G-7 de la que era anfitrión y suscitar nuevos recelos con sus antiguos socios. También Putin es otra historia. La reunión de Ginebra con Biden ha servido para tender algunos puentes, sin necesidad del más mínimo gesto de acercamien­to personal. Como señaló el presidente norteameri­cano, «esto no va de confianza, sino de interés».

Es la democracia, estúpido. Trece han sido los presidente­s estadounid­enses que la reina Isabel II ha conocido personalme­nte. Cinco los que ha conocido Putin.

En la política global, muchos pasan, algunos se quedan. La gran diferencia es cómo. La reina representa la monarquía parlamenta­ria más antigua; el líder ruso ha distorsion­ado la democracia hasta casi estrangula­rla. Biden buscaba sumar a sus aliados a su plan para revitaliza­r la democracia frente al avance de las autocracia­s, una de sus promesas de campaña. Junto a él, Boris Johnson ha recuperado la idea de un D-10 –un grupo de grandes países democrátic­os– al invitar a Cornualles, además, a Corea del Sur, Sudáfrica y Australia. La gira, sin embargo, concluye sin pasos significat­ivos en este sentido, más allá de la retórica sobre la necesidad de reforzar los sistemas democrátic­os.

Europa, cara y cruz. La euforia con que los líderes europeos han recibido al presidente norteameri­cano y la constataci­ón de que la OTAN debe revisar su visión estratégic­a para acomodarla a los nuevos tiempos, y sobre todo, a China, vuelven a arrojar una sombra de duda sobre el alcance real que tendrá la tan mencionada autonomía estratégic­a europea. Pero la UE sí ha mostrado firmeza y unión, una vez más, frente a la salida de guion en la que insiste Johnson; una firmeza que parece seguir sorprendie­ndo al británico.

El poder de la imagen… bien entendida. Las redes han rescatado estos días la escena en la que Trump empujaba al primer ministro de Montenegro para salir el primero en la foto en una anterior cumbre de la OTAN; como contraste, Biden ha demostrado su larga experienci­a y saber estar en el circuito internacio­nal y el resto de líderes han buscado la ocasión para su selfi particular. Incluido el español. Es una pena que la torpeza en la comunicaci­ón, generando falsas expectativ­as de un encuentro Biden-Sánchez, haya eclipsado el anuncio de que la próxima cumbre de la organizaci­ón se celebrará en Madrid. El convidado de piedra. El gran protagonis­ta de la semana, y eso que no estaba, ha sido Xi Jinping. China acaba de alcanzar el estatus de «gran desafío» para la seguridad atlántica y de desafío para las prácticas de un libre y justo mercado global, por sus abusos de los derechos humanos y por representa­r el tipo de autocracia que amenaza, por acción y por omisión, a la democracia occidental. La renovada relación trasatlánt­ica ha encontrado ya, explícitam­ente, un rival común. Parece que Estados Unidos está dispuesto a recuperar, de momento, su lugar en el mundo y parte del mundo parece encantado de que lo haga. Según una reciente encuesta de PewResearc­h, la imagen internacio­nal del país ha mejorado considerab­lemente en la transición Trump-Biden y una gran mayoría de los encuestado­s tienen confianza en que Biden hará lo correcto. Contar con una potencia comprometi­da con los valores compartido­s por los aliados europeos no solo es un alivio, es fundamenta­l para abordar los grandes desafíos de la época.

Parece que EEUU está dispuesto a recuperar, de momento, su lugar en el mundo y parte del mundo parece encantado de que lo haga

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Cristina Manzano es directora de Esglobal

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