EEUU coordina con la UE y la OTAN censurar a China por los ciberataques
La Casa Blanca señala directamente al Gobierno de Pekín por tener «en nómina» a piratas informáticos Bruselas no llega tan lejos y la falta de sanciones apunta a reticencias entre aliados
PANORAMA | P. 6 Y 7
Cuando Joe Biden llegó a Europa en junio en su primer viaje internacional el objetivo central en la agenda del presidente de EEUU era intensificar la cooperación internacional para denunciar y enfrentar algunas actividades de China que están tensando las relaciones de Washington y Pekín. El primer fruto evidente de ese empeño llegó ayer. La Administración del demócrata, la Unión Europea, otros aliados como Reino Unido y Japón y, por primera vez, la OTAN, censuraron una campaña global de ciberataques lanzados desde China, como el pirateo de 250.000 servidores de correo de Microsoft.
Washington fue más lejos y señaló «con alto nivel de confianza» al Gobierno chino como responsable del ataque a Microsoft Exchange, en el que según reconoció el gigante informático a principios de marzo piratas explotaron brechas de seguridad en servicios de mensajería para robar datos. Se calcula que el ciberataque afectó a 30.000 organizaciones, agencias de gobiernos, contratistas militares, empresas, centros de investigación y universidades del mundo.
En el comunicado del secretario de Estado de EEUU, Anthony Blinken, se afirma que «el Ministerio de Seguridad del Estado [chino] ha fomentado un ecosistema de piratas informáticos criminales pagados que llevan a cabo tanto actividades patrocinadas por el Estado como cibercrimen para su propio
Administración que, como explicaba una fuente del Gobierno en una conferencia con periodistas, piensa que «ninguna acción por sí sola o ningñun país aisladamente puede cambiar el comportamiento de China en el ciberespacio».
Diferencias y reticencias
El mensaje, en cualquier caso, no es igual de directo en el señalamiento al Gobierno chino en todos los casos, como el de la UE, y esa diversidad apunta a las diferencias y reticencias que persisten sobre la conveniencia de abrir la vía de las sanciones, aunque Blinken asegurara que «EEUU, aliados y socios no descartan emprender acciones para que China rinda cuentas».
En nombre de la UE, Josep Borrell evitó acusar directamente a Pekín aunque el jefe de la diplomacia europea sí urgió a China a que «no permita que su territorio se utilice para actividades cibernéticas maliciosas» y a que «tome todas las medidas apropiadas y pasos viables para detectar, investigar y lidiar con la situación».
Desde la OTAN, el mensaje fue condena a los maliciosos ataques «diseñados para desestabilizar, dañar la seguridad euroatlántica e interrumpir la vida diaria de los ciudadanos», así como una llamada «a todos los estados, incluyendo a China, a cumplir sus compromisos y obligaciones internacionales y actuar de forma responsable en el sistema internacional, incluyendo el ciberespacio». Y aunque Washington destacó que es la primera vez que la OTAN menciona directamente a Pekín, la Alianza Atlántica recordó que mantiene su «firme voluntad para mantener un diálogo constructivo con China» basado en sus intereses.
Washington anunció que el Departamento de Justicia presentó cargos penales contra cuatro
hackers del Ministerio de Seguridad del Estado chino por otra campaña de ciberataques previos al de Microsoft, una operación que duró varios años y en la que el objetivo fueron gobiernos y entidades en sectores claves de al menos una docena de terceros países.