Repatriado el primer reo de Guantánamo de la ‘era Biden’
El marroquí Abdul Latif Nasir ha pasado casi 20 años en el penal, cinco de ellos en aislamiento, sin estar acusado de ningún crimen
Abdul Latif Nasir nunca fue acusado por Estados Unidos de un crimen, nunca fue juzgado. Pese a ello, tras ser detenido en diciembre de 2001 en Afganistán, ha pasado 19 años, dos meses y 11 días encarcelado en Guantánamo. Cinco años estuvo en confinamiento solitario en una celda sin ventanas, con la luz perpetuamente encendida y sin acceso a un abogado; dos de esos años los pasó en huelga de hambre para protestar sus condiciones y la mayor parte de los últimos cinco ha estado esperando inútilmente a que la Administración de Donald Trump ejecutara la recomendación adoptada en julio de 2016 por un panel con representantes de varias agencias de seguridad nacional de que fuera repatriado a su Marruecos natal. Finalmente, ayer, esa ansiada repatriación llegó.
A los 56 años Nasir se ha convertido en el primer preso transferido desde la infame prisión estadounidense en Cuba por la Administración de Joe Biden, que ha tomado el testigo del frustrado intento de Barack Obama de clausurar esa aberración del derecho internacional, algo para lo que Obama llegó a firmar una infructuosa orden ejecutiva.
Las transferencias de presos empezaron durante el mandato de George Bush y siguieron con Obama pero sufrieron una regresión durante el mandato de Trump, que detuvo esos traslados (solo ejecutó uno, de un condenado para que cumpliera sanción en Arabia Saudí) y cerró la oficina del Departamento de Estado que negociaba las condiciones de seguridad de las transferencias.
Los retos
Aunque lejos del momento en que llegó a tener casi 800 detenidos, en Guantánamo quedan tras el traslado de Nasir 39 reclusos, incluyendo 10 con una transferencia también recomendada y otros 17 que deben poder plantear sus casos ante el panel que los revisa. Y quedan, sobre todo, barreras para los planes de Biden.
Una de ellas es la oposición de los republicanos en el Congreso, intensa particularmente en el caso de los 10 encarcelados que tienen casos abiertos ante comisiones militares y los dos que han sido condenados. Aunque la intención de Biden es recuperar la autoridad para aprobar transferencias de estos últimos a instalaciones carcelarias dentro de Estados Unidos, es algo que prohíbe desde 2011 la ley federal y el Congreso debe autorizar el cambio.
Hay retos pendientes también por las complicaciones de asegurar las repatriaciones o por casos específicos, como el de Mohammed al-Qahtani, un saudí mentalmente enfermo con esquizofrenia aguda y que fue torturado pero que se cree que fue uno de los candidatos para haber sido el secuestrador número 20 de los aviones con que se cometieron los atentados del 11-S.
Biden no ha reinstaurado la posición durante el mandato de Obama de un enviado especial que busca acuerdos con los países y en cambio esta aplicando una política de casos individualizados como la que ha llevado con Marruecos, liderada por negociaciones de diplomáticos estadounidenses en la región y funcionarios en la Oficina Antiterrorista. Y ayer todo fueron alabanzas a Rabat.
En el comunicado en el que informó oficialmente de la transferencia de Nasir el Departamento de Defensa aseguró que Estados Unidos está «extremadamente agradecido» al reino de Marruecos por «su disposición a apoyar los esfuerzos en marcha de EEUU por cerrar» Guantánamo y el Pentágono elogió a Rabat «por su larga alianza para asegurar los intereses de seguridad nacional de los dos países».