Tel Aviv, una ciudad solo para millonarios
Diez años después de su nacimiento, el movimiento por una vivienda más accesible lamenta unos precios que no paran de subir y la inacción del Gobierno israelí.
Apenas se veía la hierba que caracteriza al bulevar de Rothschild. Colchones, tiendas y pancartas exigiendo una vivienda digna cubrían de norte a sur esta famosa avenida de Tel Aviv. Desde los edificios, bajaban familias jóvenes con criaturas para participar del debate público que ha dominado las calles o disfrutar de la comida popular organizada por los manifestantes. Era 2011 y la juventud mundial lideraba la revolución. También en Israel. Una década después, de los mismos balcones del bulevar cuelga el logo del nuevo hotel boutique o de las viviendas de lujo ofertadas a los trabajadores de las start-ups millonarias. En la hierba, un cartel: Prohibido pisar.
Hace 10 años, la videógrafa Daphni Leef plantó su tienda de campaña en Rothschild al verse expulsada del mercado del alquiler. A sus 25 años, convocó a sus conocidos a hacer lo mismo con una publicación en Facebook. «Fue como un big bang para nuestra generación. Despertamos y empezamos a hacernos preguntas», cuenta a EL PERIÓDICO. «De
En este tsunami global, los manifestantes exigían mayor justicia social, una democracia participativa y más servicios públicos.
Diez años después, los precios son más elevados que nunca, sobre todo en ese bulevar de Rothschild que una vez se atrevió a soñar. Tel Aviv es la séptima ciudad más cara del mundo, al mismo nivel que Nueva York. Shahd Shahbari tiene 25 años y hace seis que vive en Tel Aviv. «Por culpa de los astronómicos alquileres, me veo forzada a repensar toda mi carrera y mi situación de vida», lamenta. Ahora vive con dos compañeras de piso. «Tal vez deba mudarme a Haifa. Allí los precios son un poco más razonables», reconoce.
Tel Aviv es, pues, una ciudad a la que solo los millonarios pueden llamar hogar. «Cuando uno mira atrás, hay una gran desilusión», admite Trajtenberg. Jóvenes como Shahbari, y no tan jóvenes, se ven forzados a emigrar y algunos incluso optan por la vida rural.
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