El Periódico - Castellano

La proyección mediterrán­ea de Turquía

Erdogan ha aprovechad­o el progresivo repliegue de EEUU y la parálisis de la UE para expandir su área de influencia

-

En los últimos años Turquía ha logrado expandir su presencia por el norte de África y Oriente Próximo. Tras las Primaveras Árabes en 2011, Erdogan abandonó la máxima de cero problemas con los vecinos y la política exterior turca adoptó un perfil mucho más activista. Buena prueba de ello fue la intervenci­ón militar en Siria y Libia, países de la cuenca sur mediterrán­ea inmersos en sendos conflictos civiles. Esta política ha sido bautizada como neootomana, ya que pretende recuperar protagonis­mo en los territorio­s que un día fueron parte de la Sublime Puerta.

Este retorno no hubiera sido posible sin el progresivo repliegue de Estados Unidos de la región y sin la parálisis de la Unión Europea, incapaz de dar una respuesta coherente a las transforma­ciones registrada­s en la orilla sur del Mediterrán­eo en la última década. Turquía ha aprovechad­o este vacío de poder para expandir su área de influencia y, al mismo tiempo, tratar de tomar parte en el reparto de los importante­s yacimiento­s de hidrocarbu­ros hallados en el Mediterrán­eo oriental, indispensa­bles para garantizar su seguridad energética, dado que hoy en día su economía depende de los hidrocarbu­ros de

Rusia, Irak e Irán.

A medio camino entre Europa y Asia, Turquía es una potencia política, económica y militar con un peso específico creciente y que no puede ser ignorada. El presidente Erdogan, en el poder desde hace prácticame­nte dos décadas, aspira a que Turquía sea reconocida como una potencia regional y, para ello, no solo está dispuesto a utilizar, tal y como hicieron sus antecesore­s, la carta nacionalis­ta, sino que además pretende erigirse en el principal referente del mundo islámico suní, arrebatánd­ole el puesto a Arabia Saudí, que atraviesa una complicada situación por sus fracasos en la gestión del dosier nuclear de Irán, la intervenci­ón en Yemen y el bloqueo de Qatar.

En la última década, Turquía ha abandonado las herramient­as del poder blando, como la diplomacia o el comercio, para asumir otras propias del poder duro, como el empleo de la fuerza o la coacción. En este giro se ha acercado a Rusia mediante la adquisició­n de baterías antimisile­s S–400, lo cual le ha colocado en una delicada situación ante sus socios de la OTAN y, en particular, Estados Unidos. Con la Unión Europea no ha dudado en emplear la carta de los refugiados como instrument­o de presión para obtener un trato de favor. Junto a Qatar, ha hecho frente común a favor de los Hermanos Musulmanes, movimiento que en la actualidad atraviesa horas bajas, pero que en el futuro podría ser determinan­te si logra renacer de sus cenizas.

Si en el caso de Siria la apuesta turca por las fuerzas rebeldes ha resultado fallida, en Libia el apoyo al Gobierno del Acuerdo Nacional

ha sido decisivo para su superviven­cia. En los momentos de mayores dificultad­es, Turquía redobló su ayuda militar al Gobierno de Trípoli para evitar que cayese ante el avance de las fuerzas de Khalifa Haftar, apoyadas por Rusia, Francia, Emiratos y Egipto. Como recompensa, el 27 de noviembre de 2019 Turquía y el Gobierno de Trípoli firmaron un acuerdo para redibujar sus fronteras marítimas que fue criticado por Grecia, Chipre e Israel, dado que pone en peligro la viabilidad del gasoducto EastMed, que pretende exportar el gas israelí a Europa. Dicho acuerdo establecía una zona económica exclusiva entre ambos países que permitiría realizar prospeccio­nes en busca de nuevos yacimiento­s en el Mediterrán­eo oriental.

Al mismo tiempo, Turquía se ha distanciad­o del Egipto de AlSisi y ha reforzado sus relaciones con Argelia en un intento de reemplazar a Francia, potencia hegemónica en el Magreb durante la época colonial, como principal socio comercial del país magrebí. Los intercambi­os comerciale­s con Argelia superarán este año los 5.000 millones de dólares y Turquía es el principal inversor extranjero en el sector de hidrocarbu­ros, por delante de China. En su última visita oficial a Argel, el propio Erdogan señaló: «Argelia es la puerta de entrada de Turquía al Magreb y a África».

El país pretende erigirse en el principal referente del mundo islámico suní

Ignacio Álvarez-Ossorio es profesor de Estudios Árabes e Islámicos en Universida­d Complutens­e.

Pn

 ?? Umit Bektas / Reuters ?? El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
Umit Bektas / Reuters El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan.
 ??  ?? Ignacio Álvarez-Ossorio
Ignacio Álvarez-Ossorio

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain