Una experta ante la ola oculta de la pandemia: el tsunami psiquiátrico
Esta psicóloga argentina afincada en Barcelona estudia el impacto de la pandemia en la salud mental de la población catalana. Pide intervenciones que ayuden a la gente a sobrellevar un cóctel perfecto de malestar psiquiátrico. Goldberg conversará en vivo
Hace unas semanas, Ximena Goldberg no pudo coger el metro porque alguien se había tirado a las vías. «Ya hemos empezado», pensó esta psicóloga argentina afincada en Barcelona.
Goldberg cree que la pandemia tiene una ola oculta: la eclosión de problemas psiquiátricos desencadenadas por la crisis del covid19.
La investigadora del Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal, centro impulsado por la Fundación La Caixa) es líder el grupo de salud mental del proyecto Covicat, que investiga el impacto del covid-19 en la población catalana.
«El covid y el confinamiento son un gran experimento natural. Estamos exponiendo a muchísima gente a todos los factores de riesgo. Aislamiento social. Duelo. Violencia intrafamiliar. Desempleo. Ahora vamos a ver las consecuencias», alerta la psicóloga.
Mañana, miércoles, a las 18.00 horas, la investigadora participará en una conversación en vídeo organizada por EL PERIÓDICO y la Fundación Doctor Antoni Esteve en el marco de la Red de Científicas Comunicadoras del diario. Los lectores pueden enviar preguntas a entretodos@elperiodico.com.
Un entrorno de apoyo
Las consecuencias mentales de la pandemia se pueden limitar, según Goldberg, si el contexto se modifica con medidas a favor de la salud psíquica. A lo largo de su carrera, la psicóloga ha descubierto que un entorno de apoyo es fundamental en las situaciones psiquiátricas.
Goldberg recuerda un caso que estudió en el Hospital Parc Taulí, donde entre 2016 y 2020 estudió el efecto neurobiológico en la mujer de la violencia ejercida por el compañero íntimo.
En el estudio conoció a una mujer que había huido de su pareja, que la maltrataba hasta la violencia física. Un año después, con el divorcio ya en marcha, la mujer comenzó a tener episodios de pánico por fobia social. Las interacciones sociales le provocaban ansiedad, ya sea hablar en público o con los profesores de su hijo. Pasó a tomar somníferos y ansiolíticos para aliviar los síntomas de su trastorno de ansiedad.
Pero sus compañeros de trabajo le ayudaron. Le propusieron ensayar con ellos las presentaciones antes de enfrentarse a una gran audiencia. Al cabo de un tiempo, la mujer dio una presentación pública con éxito. Entonces sintió que estaba recuperando el control y consiguió dejar las pastillas.
«La medicación ayuda pero un entorno enriquecido es clave para el tratamiento», comenta Goldberg. «Es útil incluir dentro del tratamiento situaciones en donde la persona sea más activa para modificar su conducta», reflexiona la psicóloga.
Goldberg se licenció en Psicología en 2002, en la Universidad de Buenos Aires. Luego trabajó hasta 2007 en el Hospital Psiquiátrico Moyano. «Había muchos pacientes que venían al hospital de manera recurrente. Venían, hacíamos el tratamiento y al cabo de un tiempo volvían. Eso era frustrante. Al contrario de otras ramas de la medicina, hay pocos tratamientos realmente efectivos», recuerda la psicóloga.
En el año 2000 se terminó de codificar el genoma humano y luego se empezaron a identificar variantes genéticas asociadas con condiciones psiquiátricas. Eso inspiró a Goldberg, que en 2006 empezó a formarse en neurobiología en la Universidad Washington en San Luis (EEUU).
En 2007, pasó a la Universitat de Barcelona, donde hizo un doctorado sobre la genética de los pacientes con esquizofrenia. También encontró a parejas de gemelos con el mismo ADN en las cuales solo un miembro de la pareja tenía una condición psiquiátrica.
Ambiente antes que genes
«Paradójicamente, mientras hacía un doctorado en biomedicina y genética, pude valorar la importancia del ambiente, las relaciones, la crianza la sociedad… cómo todo eso impacta en nuestra salud mental. Por ejemplo el impacto del maltrato durante el infancia está mucho más claro que el de las variantes genéticas», comenta Goldberg.
A las interacciones entre genes y ambiente dedicó Goldberg su posdoctorado, llevado a cabo entre 2012 y 2016 en el Idibell (Hospital de Bellvitge). Allí analizó muestras de sangre de pacientes con depresión y ansiedad, tomando en cuenta aspectos ambientales como el género, las condiciones socioeconómicas y eventos adversos como el maltrato infantil. De allí pasó al Parc Taulí, donde investigó la violencia de género, hasta poco antes del inicio de la pandemia.
Con todo este bagaje, ahora Goldberg se prepara a encarar los efectos psiquiátricos de la crisis del covid-19. «Ya empiezan a presentarse. A medida que va disminuyendo la urgencia de la pandemia, se tiende a olvidarlos. Pero es ahora cuando se van a ver», concluye Goldberg.
‘La ola oculta de la pandemia: el tsunami psiquiátrico’
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