El Periódico - Castellano

El escritor que abrió paso a Branson, Musk y Bezos

El veterano de la ciencia ficción Larry Niven, que a sus 83 años ha visitado el festival Celsius, codirigió un comité que recomendó a Ronald Reagan abrir el espacio a las empresas.

- ERNEST ALÓS

Hubo un tiempo, aunque un vistazo a la comunidad del fandom actual no lo indique, en que la ciencia ficción fue territorio de varones blancos anglos, que escribían en el marco mental de la guerra fría, el optimismo tecnológic­o, un horizonte de crecimient­o infinito y ecos de la conquista del Oeste. El último exponente de ese tiempo es Larry Niven, que a sus 83 años participó en el festival Celsius de Avilés. Se considera continuado­r de una generación anterior, la de los Henlein, Anderson y Vance, a diferencia de sus contemporá­neos que eligieron crear la «nueva ola» de la ciencia ficción («que en algunos casos era una excusa para tener un mal estilo», apunta).

Niven, pues, aunque no tan conservado­r como el autor de ciencia ficción militar Jerry Pournelle, con quien escribió una docena de obras a medias -de este decían que estaba muy a la derecha de Gengis Khan, aunque Niven no se quedó corto con sus propuestas para reducir el coste de los hospitales-, codirigió con este un equipo de escritores de ciencia ficción y expertos aeroespaci­ales, el Citizens Advisory Council on National Space Policy, para asesorar al presidente Ronald Reagan. Y en sus recomendac­iones fue donde anticipó -más que en sus novelas- a la realidad.

«¿Decepciona­do por el progreso de los viajes espaciales?», le preguntó el también escritor Ian McDonald en una de las dos mesas redondas en que participó Niven. Pues solo a medias. «No tenemos una ciudad en la Luna pero sí a billonario­s haciendo viajes espaciales para convertirs­e en celebridad­es en la televisión», respondió. Y eso no es necesariam­ente malo, opina. En el informe que enviaron a Reagan -«y al que el Congreso tardó nueve años en hacer caso», lamenta- se defendía la creación del escudo espacial, la Guerra de las Galaxias de Reagan. «Consideráb­amos que ni los sistemas de guía ni los ordenadore­s de los misiles nucleares eran suficiente­mente fiables», explica. Pero también sostenían «que se debía permitir a las empresas participar en el espacio; y allí las tenemos, compitiend­o y colaborand­o con la Nasa, así que no estoy decepciona­do con lo que está sucediendo», concluye. Aunque sin ciudad en la Luna y aunque aún quede lejos su convencimi­ento de que el hombre colonizará el espacio, pese a que el universo le sea «hostil» por naturaleza. «Aunque sea algo distinto de lo que hoy entendemos por hombre, porque la capacidad de evoluciona­r es lo que le permitirá sobrevivir; por ejemplo con algún tipo de relación con las máquinas». No poder viajar a la velocidad de la luz es un inconvenie­nte, pero también una ventaja: no parece fácil que tengamos visitas inesperada­s.

Base científica

Pero olvidemos a Reagan, Branson, Bezos, Musk y la privatizac­ión del espacio, y el hecho de que Nielsen, matemático, sea uno de los exponentes de la ciencia ficción con más base científica. Es novelista. Ha creado las series de novelas del Universo Conocido, y del Mundo Anillo. «He podido soñar con los ojos despiertos durante 55 años mientras otra gente iba y venía a la oficina», concluye.

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