El simbolismo de un juego universal
los mejores movimientos.
También fue uno de los entretenimientos favoritos de Vladimir Ilich Lenin durante su exilio en Suiza, donde se refugió tras la fracasada revolución de 1905. En una de las fotos más famosas de su biografía se le ve jugando con el también exiliado Aleksándr Bogdánov, en 1908.
El hecho de que el líder de la Revolución de 1917 (aquella sí triunfó) fuera un gran aficionado al tablero ayudó a que en la Unión Soviética el ajedrez se pusiera de moda. En realidad, en la Rusia zarista del siglo XIX ya se jugaba bastante, pero el nuevo régimen comunista ayudó a convertirlo en deporte nacional. Evidentemente, el clima favorecía esa especie de actividad recogida y, además, era muy económico. Para los dirigentes era visto como una herramienta para ayudar a desarrollar la capacidad de razonamiento del pueblo y se contrapuso a otros deportes tachados de burgueses, como era el caso del tenis, por ejemplo. En consecuencia, la URSS se convirtió en la gran potencia ajedrecista mundial y lo utilizó como una herramienta más de propaganda política.
La protagonista de Gambito de dama está inspirada en el americano Bobby Fischer, que en 1972 venció al ruso Boris Spassky. Según explica el periodista Leontxo García, en una entrevista en El Orden Mundial, la derrota fue vivida en la URSS como una tragedia nacional, porque el enfrentamiento entre negras y blancas en los 64 cuadros blancos y negros era la sublimación de la Guerra Fría. Y es que, aunque alguien se empeñe en decir lo contrario, deporte y política siempre han ido de la mano.
n