El Periódico - Castellano

Cuánta razón tenía mi profesora

- Manuel Fernández O CARBALLIÑO (OURENSE)

Al principio, a todos nos parecía una persona más que curiosa. Conchita, como ella nos indicó que la llamásemos, era nuestra profesora de ciencias en bachillera­to. Aparentaba ser una generalísi­ma sacada del antiguo régimen, que marcaba el paso al son de sus tacones cuatro veces por semana en cada una de las seis aulas en las que impartía clase de ciencias. Cuando entraba, se hacía el silencio, todos guardábamo­s nuestros libros y le prestábamo­s atención hasta el último segundo de la clase.

Un día, llegué tarde a su clase con un justifican­te en la mano firmado por mi madre, de que me había quedado dormido. Sus palabras hacían alusión a un motivo injustific­able respecto a la puntualida­d y, por supuesto, tenía toda la razón. Al día siguiente, el mismo caso, pero de una de nuestras compañeras. Su justificac­ión no fue otra que esta: «Profe, estoy con la regla y no conseguí levantarme hasta que me hizo efecto el chute». Con 15-16 años, todos los machotes éramos unos ignorantes compulsivo­s de la vida y despreciáb­amos la inherente desigualda­d que, desde nuestro punto de vista masculino, solamente Conchita cometía: justificar prácticame­nte todas las faltas de nuestras compañeras en periodo menstrual.

Y qué razón tenía. Casi 10 años después, en los que hemos crecido y ya muchos de nosotros convivimos con nuestras parejas, aplaudo la decisión de Conchita. Aunque es algo que por simples causas biológicas está implícito en el cuerpo femenino, es totalmente injusto, desde mi todavía ignorante punto de vista, la cantidad de dolor y sufrimient­o que produce en ocasiones. Ahora, el anteproyec­to de la nueva ley del aborto contempla bajas laborales de tres días en periodos menstruale­s, además de muchas otras modificaci­ones de derechos totalmente necesarias para ellas. Créanme, hombres: les hacen falta.

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