COMUNIDAD 9 Barris Acull, 20 años trabajando la convivencia
El distrito teje a diario una red de apoyo para acoger a aquellos que empezaron a llegar desde todo el mundo con el cambio de siglo. Entre sus éxitos, la grabación de un disco conjunto entre miembros de los Latin de Roquetes y de los Ñetas de ‘La Prospe’
Entre los muchos imposibles hechos posibles por este peleón grupo de vecinas durante los últimos 20 años, Lourdes Ponce, presidenta de la tribu, destaca el Unidos por el flow, disco que grabaron juntos miembros de los Ñetas y los Latin Kings en 2008, tras un laborioso trabajo comunitario. «Había llegado un momento en el que el mensaje criminalizador de las televisiones era tal que las mujeres del barrio estaban sentadas en un banco, veían llegar a un chaval con la gorra y los pantalones caídos y se iban aterrorizadas. Sentían verdadero pánico sin que los chicos les hubieran hecho nunca nada, solo con verles», relata. Era a mediados de la primera década de los 2000 y 9 Barris Acull tenía pocos años de vida, pero muy claro cuál era el motivo de su existencia: precisamente evitar ese tipo de situaciones. En paralelo a ese caldo de cultivo, se daba el caso de los que los jóvenes vinculados a los Latin Kings se habían acercado al Kasal de Joves de Roquetes y los Ñetas al de La Prosperitat, así que, como es tradición en el distrito, pensaron cómo trabajar en red desde los dos espacios hermanos.
«En realidad, hablabas con las vecinas y el hecho de que los jóvenes de Roquetes se pelearan con los de La Prosperitat había pasado siempre, no era nada nuevo. ¿Por qué, entonces, estigmatizábamos a aquellos chavales?», reflexiona Lourdes, cuyo objetivo es siempre demostrar (con razón) que «somos más iguales que distintos». Recuerda también el impresionante concierto que organizaron en las pistas de Via Favència. «Lo teníamos todo organizado para que no se cruzaran. Primero actuaban unos y después los otros para evitar cualquier conflicto, pero al final acabaron juntos en el escenario cantando una canción. Fue espectacular», prosigue emocionada recordando también el pacto que tenían con los Mossos d’Esquadra: les pidieron, por favor, que no se acercaran por allí.
Guerra por las becas
En otro momento bastante más reciente, en 2018, 9 Barris Acull jugó otra vez un papel clave en la gestión del conflicto desencadenado tras el anuncio de la apertura de una mezquita en la calle de Japó. Durante un año, la comunidad vinculada al centro religioso sufrió insultos, pintadas islamófobas y caceroladas diarias atizadas por grupos de extrema derecha, pero el tejido vecinal del distrito, organizado alrededor de 9 Barris Acull, hizo añicos el tópico de que la clase obrera es reaccionaria, arropó a la mezquita y no solo facilitó que pudiera abrirse, sino que convenció a los indecisos de que, lejos de causar problemas, beneficiaba al vecindario.
Estos son solo dos de los cientos de episodios vividos en estas dos décadas de trabajo en red «para fomentar la convivencia y facilitar la incorporación a los barrios de los vecinos y vecinas que proceden de la inmigración», como se presentan. Otro momento que Lourdes recuerda muy bien fue la lucha por las becas. «Durante la época más dura de la crisis, la Generalitat recortó las becas y llegó un momento en el que a familias que hasta entonces tenían beca se la quitaron. Se generó entonces un relato de que era culpa de los nuevos vecinos, que les quitaban las becas. Hicimos mucha pedagogía para hacerles entender que el problema era que el Govern había recortado las ayudas y que era a él a quién teníamos que señalar, no a nuestras vecinos empobrecidos», explica enérgica.
La asociación, que ofrece de forma regular y gratuita talleres de lengua y conocimiento del entorno, un servicio de acompañamiento jurídico y un punto de acogida e información, funciona gracias a la fuerza del voluntariado, que aporta el 40% de las horas. «Trabajadores tenemos solo tres, y el mes próximo ya no podemos pagarles las nóminas», señala preocupada la combativa presidenta de la entidad.
Aniversario complicado
La asociación funciona gracias al voluntariado, que aporta el 40% de las horas
Su única fuente propia de ingresos es el ‘merchandising’ del popular Festival de Sopes del Món
El Ayuntamiento de Barcelona les ha echado atrás el convenio, que llevan prorrogando desde hace lustros. «Ahora se lo miran todo con lupa antes de firmar nada. Para la subvención nos piden que el 50% de los recursos sean propios, y eso para nosotros es inviable. Aquí todos los servicios que ofrecemos son gratuitos, ¡esa es nuestra esencia!», resume Ro Cuevas, coordinadora de la entidad. Mientras les llega la subvención –que tarde o temprano les tiene que llegar ya que su labor por la comunidad es además de innegable, intachable–, se plantean pagar los 2.400 euros para las nóminas a escote, con una recolecta, siguiendo su máxima de no dejar nunca a nadie atrás.
Su única (y casi simbólica) fuente propia de ingresos es el merchandising de su actividad estrella, el Festival de Sopes del Món, cuya idea trajo de Francia el añorado Rafa Juncadella. «Al principio cada participante traía su sopa, pero a partir de 2008, cuando con la crisis varias personas nos dijeron que no podían participar porque no les llegaba para llenar la olla, decidimos que a partir de los 20 litros la entidad pagaría los ingredientes hasta los 50 euros», apunta Carmina Álvarez, técnica de apoyo a la coordinación. Alquilan los fogones y los participantes cocinan allí, en la Via Júlia.
«Vernos cocinar es otra forma de ver que somos más iguales que diferentes», insiste Lourdes. En todo el mundo una sopa necesita agua y fuego. Ahora van por las 60 sopas en cada edición. «Hemos tenido desde una sopa belga cocinada por una mujer de aquí que emigró muchos años a Bélgica hasta una rumana presentada por la asociación de vecinos de La Prospe,
propuesta por una socia llegada de allí pero elaborada entre todos».
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La entidad ofrece talleres de lengua y un servicio de ayuda legal de forma regular y gratuita