Uso de la resina del lentisco
Al igual que los mayas y los aztecas tenían el chicle, otras culturas también tenían algún producto para masticar. En Grecia, por ejemplo, se usaba la resina del lentisco (Pistacia lentiscus), un producto que todavía se utiliza como complemento para endulzar helados y golosinas. En griego se llama mástico, y por eso ahora existe el verbo masticar. del producto, importó más material y lo mejoró, añadiéndole sabores diferentes. Hacia 1880 aquella inversión inicialmente fallida se convirtió en un lucrativo negocio. Cada día producía cinco toneladas de chicles y vendió aún más a partir de 1888, cuando distribuyó máquinas expendedoras por toda Nueva York.
Los chicles se convirtieron en una golosina muy popular y no solo entre los niños y adolescentes. Pasarse el día masticando chicles empezó a ser habitual entre los adultos, que los consumían en grandes cantidades. Según datos aportados por Mathews, en 1920 cada estadounidense consumía una media de 105 unidades anuales.
Al ver que Adams tenía éxito, otros empresarios le copiaron la idea, entre ellos William Wrigley, que gracias a las campañas publicitarias le disputó el liderazgo del mercado. Céntimo a céntimo, chicle a chicle, ambos se convirtieron en millonarios.
Pero esa historia tiene una parte negativa. El aumento de consumo provocó una voraz demanda de aquella goma natural y ello derivó en la sobreexplotación de los bosques de chicozapotes. Afortunadamente para aquellos árboles, la industria desarrolló productos sintéticos que permitieron abaratar costes y dejarlos tranquilos. Alrededor de 1980 dejó de importarse goma de mascar de México hacia EEUU. El problema es que al no ser naturales, los chicles actuales no son biodegradables y son uno de los principales residuos en las zonas urbanas de casi en todo el mundo. Aunque también es cierto que esto ha sido una suerte para el chicle de Nina Simone y su propietario.
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