«‘Allons enfants’...»
La figura del mediador será clave en el conflicto francés
Es así como empieza La Marsellesa, himno de la República francesa desde la Revolución de 1789 y que se ha convertido en un canto universal a la libertad.
Estas palabras pueden ser interpretadas de dos formas, la primera es la más conocida, como una llamada a la lucha, y la segunda sería con un tono benévolo, casi de reprimenda.
La violencia se ha desatado últimamente en las calles de las ciudades francesas, aprovechando unas manifestaciones con el motivo principal de la reforma de las pensiones.
Quizá nuestros vecinos podrían tomar como ejemplo la reforma de las pensiones en nuestro país, que ha sido llevada a cabo con una exitosa concertación entre los agentes sociales y los partidos políticos, logrando una envidiable paz social.
La sociedad francesa, los países de la Unión Europea, así como el Reino Unido, cuyos medios de comunicación han resaltado la anulación de la visita protocolaria del rey Carlos III, miran y analizan los acontecimientos, y en particular la escalada de violencia, con suma preocupación.
Las amenazas de paralización de la vida económica y la fractura social del país urgen a encontrar una solución.
El fenómeno de los chalecos amarillos, cuyo atuendo evocaba al revolucionario gorro frigio, sigue siendo relevante en la actualidad. Como respuesta, el Gobierno organizó el Gran Debate Nacional, una iniciativa sin precedentes que, lamentablemente, no tuvo continuidad en la práctica.
Para salir de esta situación tensa que perjudica la imagen internacional de Francia, podrían existir dos alternativas que se han debatido con un grupo de residentes en Barcelona. La primera sería un cambio de primer ministro para llevar a cabo una negociación con los convocantes de las manifestaciones. La segunda alternativa sería nombrar a un mediador que actúe como puente entre el Gobierno y los organizadores de las protestas.
Es fundamental que todas las partes avalen este nombramiento y que se logre una tregua en las manifestaciones callejeras. El pretexto de la violencia desaparecería y, con la ayuda del mediador y de todas las partes implicadas, se deberían buscar vías de comunicación con las organizaciones responsables de esta violencia, que se caracterizan por su naturaleza líquida.
La figura del mediador será clave en el proceso de apaciguar la situación. Se podrían proponer dos candidatos para ello.
El primero es Édouard Philippe, quien fue primer ministro durante el primer mandato presidencial, que es próximo al poder y que había dejado el cargo con un alto nivel de popularidad que ha ido disminuyendo, en parte, por falta de exposición mediática.
La segunda candidata propuesta es Ségolène Royal, una política con larga trayectoria desde posiciones más progresistas, que fue ministra en varios gobiernos y candidata a la presidencia de la República.
La dificultad de la tarea hace que, en caso de éxito, el mediador podría aspirar a ser candidato a la elección a la presidencia de la República prevista para 2026.
Sin embargo, estas elecciones podrían adelantarse si el actual presidente dejara el cargo después de la celebración de los Juegos Olímpicos de París en 2024, juegos que necesitan una situación social más apaciguada.
En la época turbulenta que vive Francia se requiere, más que nunca, interpretar el himno revolucionario de las dos formas que señalamos al inicio. ■