La Liga puede esperar, culés
Apenas han pasado dos meses (unos pocos días más) desde la última vez que Barça y Girona se vieron las caras.
Entonces, el invierno tuvo un día rudo y desapacible. Más que eso. Hizo un frío de mil demonios y para los barcelonistas la cosa se asemejó a un trámite gélido y burocrático. El Girona hizo méritos para empatar (luchó más y mejor), pero en esas llegó Pedri y desequilibró el encuentro. Recuerdo que entonces escribí una confesión cazada al vuelo de Laporta. Ensalzaba el mérito del centrocampista y reconocía que «solo estaba él». Los demás, desaparecidos en el intento.
En la primera parte en Montilivi, se lesionó Dembelé y, al cabo de quince días, Pedri también caía. Desde entonces, el Barça ha conseguido dos cosas: certificar prácticamente, excepto colapso apocalíptico, el título de Liga, y decir adiós a todo lo demás, incluida la moral del colectivo, después del fiasco contra el Madrid.
Las bajas de dos puntales (más otras lesiones esporádicas) han influido, por supuesto, en este tramo invernal que ha empujado a los culés hacia la evidencia que no hay plantilla suficiente para reverdecer los éxitos de antaño.
Nuevo cántico
Hace unos días, fue curioso oír cómo el Camp Nou aprovechaba el minuto 10 para reivindicar (y pedir a gritos) el retorno de Messi. Igual se convierte en una pequeña tradición culé. A nadie se le ocurrió, en plena hecatombe y con el 0-5 surcando el escenario simbólico de la memoria, gritar a pleno pulmón: «No pasa nada, la Liga está ganada». Como si fuera un sortilegio y una cataplasma ante el vendaval blanco. ¿Por qué? Porque viven en el momento, a golpes de instante, y esa Liga, efectivamente, se percibe como ya conquistada, sin demasiadas heroicidades, como si ya estuviera en las vitrinas. Y a fe que tiene su mérito, después de tantos sobresaltos.
Los partidos que quedan para el final no serán de compromiso (al menos hasta que esté matemáticamente en el saco), pero tengo la sensación de que el aficionado está esperando que el Osasuna, en la Copa, y el Chelsea o el City, en la Champions, se encarguen de darle el lustre que merece, no sea que el Madrid vuelva a nublar el panorama por un par de copas.
El barómetro en un año
Mientras tanto, nos entretenemos con las encuestas. Según la del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO), el 75% de los catalanes simpatizan con el Barça (los votantes de VOX, Ciutadans y PP en menor proporción, decantados en buena parte hacia los blancos), mientras que solo un 3’1% son del Espanyol y un 1’9% del Girona.
No creo que el equipo gerundense, como algunos han querido proclamar, esté en condiciones de disputar a los pericos el honor de ser el segundo club de Catalunya (por dimensión social y relieve mediático), pero así están las cosas. El Girona hizo un partido muy serio en el Spotify (y si Taty no falla, igual hubiera sido histórico) y se acercó como nunca a una tranquilidad que tendrá que confirmar ante el Elche. Con la hipótesis de un Espanyol en Segunda y un Girona aposentado en Primera, veremos a ver qué dice el barómetro dentro de un año.
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