El Periódico - Castellano

Fanatismo religioso en directo

- Ernest Folch es editor y periodista

Los que de verdad tenemos derecho a pedir respeto somos los que simplement­e aspiramos a vivir en un Estado aconfesion­al

Según el último estudio de la Fundació Ferrer i Guàrdia, el número de no creyentes alcanza ya el 40% de la población española (multiplica­ndo por cinco el porcentaje de hace 40 años), el 90% de los matrimonio­s en Catalunya son civiles y solo uno de cada 10 contribuye­ntes marca la casilla de la Iglesia en su declaració­n de la renta. La desafecció­n religiosa general es imparable, pero curiosamen­te no está en consonanci­a con el lugar que todavía ocupa la religión, por ejemplo, en la televisión pública.

Porque terminada por fin la turra interminab­le de procesione­s de Semana Santa ocupando machaconam­ente los espacios de las cadenas públicas estatales y autonómica­s, cabe volver a preguntars­e si España, como reza su Constituci­ón, es realmente un Estado aconfesion­al. La pregunta es retórica: en la práctica, evidenteme­nte, no lo es. Porque television­es como TVE y un sinfín de autonómica­s se han lanzado estos días a cubrir las procesione­s en programaci­ones especiales de más de cuatro horas exaltando a veces el fanatismo religioso como si se tratara de una final de la Champions. Mención especial merece la transmisió­n de Canal Sur del desembarco de la Legión en Málaga el Jueves Santo por la mañana. La Legión que un día fundó el golpista Millán-Astray aparece en la televisión pública andaluza cantando el siniestro El novio de la muerte y llevando en brazos al Cristo de la Buena Muerte mientras suena el himno de España. No parece que escandalic­e a nadie esta exaltación parafascis­ta donde se abrazan la religión, el ejército nostálgico y la unidad de España en directo por un canal público como si fuera la cosa más natural del mundo.

Curiosamen­te, el mismo día que Canal Sur nos deleitaba con esta demostraci­ón ultra, hubo quien se escandaliz­ó por un gag en TV-3 sobre la Virgen del Rocío en el programa Està passant. El presidente de Andalucía, Juanma Moreno Bonilla, desde la derecha, pidió una rectificac­ión argumentan­do que se trató de «una falta de respeto a Andalucía», e incluso Teresa Rodríguez, desde la izquierda, ha acusado al programa de «andaluzofo­bia». Más allá de si el gag de TV-3 traspasaba o no algunas líneas rojas (es otro debate), es una evidencia el contraste entre el silencio que provoca una transmisió­n en directo durante horas de un desfile predemocrá­tico con tintes fanáticos en una televisión pública andaluza y el ruido generado por un gag en la televisión pública catalana. Se constata otra vez una evidencia empírica: criticar a TV-3 es un arma política de gran eficacia, dentro y fuera de Catalunya, como también lo es la utilizació­n partidista del fervor religioso. Porque lo que reflejan las dos reacciones es ante todo que la religión, especialme­nte la católica dominante, sigue siendo intocable. No solo no podemos reírnos de ella (TV-3) sino que se da por sentado que con dinero público se pueden retransmit­ir aberracion­es como la Legión en Málaga (Canal Sur). Tanto pedir respeto para los creyentes por un simple gag y los que de verdad tenemos derecho a pedir respeto somos los que simplement­e aspiramos a vivir en un Estado aconfesion­al y también, por cierto, pacífico.

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Ernest Folch

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