El Periódico - Castellano

La mujer de las cavernas

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Beatriz Flamini estuvo 500 días aislada en una cueva. O eso creíamos todos, hasta que se ha sabido que a mitad del experiment­o tuvo que salir ocho días por un fallo técnico, cosa que –asegura– no quita ningún mérito a su, ejem, hazaña, puesto que después volvió a meterse en el agujero y aquí no ha pasado nada. Afirma que la espantá «no desvirtuó el proyecto», ya que los ocho días que pasó en el exterior estuvo igualmente aislada en la tienda base, no sé si –como quien tiene un canario– se acompañó de un murciélago para simular mejor una gruta. O sea que pelillos a la mar, contamos como si hubiera estado los 500 días seguidos en una cueva a profundida­des kilométric­as, qué más da.

Se me ocurre que, ya que pasar ocho días en una tienda en lugar de en la cueva cuenta como si los hubiera pasado en esta, podría haber permanecid­o en la tienda los 500 días, y se los habríamos convalidad­o todos. Ya son ganas de meterse bajo tierra. Lo que vale para ocho días, supongo que vale para 500, y el recibimien­to habría sido igual de entusiasta en todos los medios de comunicaci­ón.

–Hoy tenemos con nosotros a Beatriz Flamini, que se ha pasado 500 días aislada en una tienda de campaña, por lo que ha batido el récord de estancia en una cueva.

Ignoro cuál era la finalidad de mantenerse 500 días en una caverna, tal vez buscaba una experienci­a mística, a veces la Virgen se aparece en grutas –miren el caso de Lourdes– y la buena de Beatriz se tiró ahí un año y medio esperando la visita celestial. En vano, según parece. Ya sería mala suerte que la Señora hubiera decidido acudir a la cueva justo los días en que Beatriz practicaba espeleolog­ía en la tienda.

Simeón el Estilita se pasó 37 años encima de una columna y le valió para llegar a santo. A lo mejor era este el objetivo de nuestra espeleólog­a y ahora por culpa de los ocho días de exterior se queda en beata. Aunque, vayan a saber, igual Simeón también se bajaba de vez en cuando para estirar las piernas, sin que ello «desvirtuar­a su proyecto» ni le impidiera alcanzar la santidad. Por culpa de Beatriz ya dudamos hasta de Sabina, que dice que tardó 500 noches –más 19 días– en olvidar a una novia, y a lo mejor se pasó ocho con otra, en un motel de carretera.

Flamini dice que la ‘espantá’ no desvirtuó el proyecto. O sea que pelillos a la mar, contamos como si hubiera estado 500 días seguidos en una cueva, qué más da

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Albert Soler

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