La crisis frustra los planes de Fernández de presentarse a la reelección
«El contexto económico me obliga a dedicar todos mis esfuerzos a atender los difíciles momentos que atraviesa Argentina». El peronista Alberto Fernández ha desistido de presentarse a la reelección presidencial, a finales de octubre. Un nuevo salto del precio del dólar, con un efecto inflacionario depredador, y una situación económica que profundizó el derrumbe del Gobierno, al punto de esparcir rumores sobre su estabilidad, obligaron a Fernández a olvidarse de su sueño de permanecer en el poder más allá del 10 de diciembre.
Las encuestas no le favorecían y los peronistas tampoco le acompañaban. Un aumento del coste de la vida del 7,7% en marzo y proyecciones de una inflación anual del 120%, enfrentado además a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que lo había ungido personalmente, cuatro años atrás, como la alternativa para derrotar en las urnas al entonces presidente Mauricio Macri, a Fernández le quedaba solo el tibio apoyo de la Confederación General del Trabajo (CGT). Sin embargo, el sindicalismo también le dio la espalda en las últimas horas al advertir que la crisis económica ponía «en serio riesgo la cohesión social». Después de leer el apocalíptico mensaje de la central obrera, Fernández entendió que debía dar un paso al costado.
En su mensaje, el jefe de Estado aseguró haber asumido el cargo «en una situación límite», con un país «endeudado, en recesión, en suspensión de pagos, con alta pobreza e inflación». Su administración no pudo resolver ninguno de esos problemas. Fernández terminó por romper con la vicepresidenta cuando apostó por refinanciar casi sin condicionamientos la deuda que había contraído con el Fondo Monetario Internacional (FMI) su antecesor, Mauricio Macri, por 45.000 millones de dólares. El ministro de Economía, Sergio Massa, realiza interminables gestiones con el organismo financiero para volver a pactar una hoja de ruta realizable.
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