El Periódico - Castellano

Los cristianos palestinos de Jerusalén, en riesgo

- ANDREA LÓPEZ-TOMÀS

La celebració­n de la Pascua ortodoxa se ha visto empañada por la estrategia de Israel para expulsar a la comunidad cristiana de la ciudad. Los soldados respondier­on con violencia ante las miles de personas que intentaron acceder a la más sagrada de las iglesias.

Cada primavera ocurre un milagro en Tierra Santa. El espíritu santo prende una vela en una pequeña habitación de la iglesia del Santo Sepulcro de Jerusalén. Allí, la acción divina enciende un fuego sobre lo que se cree que fue la tumba de Jesús. El patriarca ortodoxo griego y su homólogo armenio comparten esta llama con cientos de velas y antorchas que iluminan la iglesia, llegan hasta otras capillas de Tierra Santa y de otros lares con presencia ortodoxa. Pero este año, las restriccio­nes de las autoridade­s israelís han soplado con tal fuerza que han apagado la llama para la comunidad cristiana palestina en sus días más sagrados. La celebració­n de la Pascua ortodoxa se ha visto empañada por la estrategia de las autoridade­s israelís para expulsar a los cristianos de Jerusalén.

Israel ya lo anunció: este año no serían 10.000 los fieles en el santo sepulcro. La asistencia se limitó a 1.800 personas dentro y otras 1.200 fuera. Pero estas limitacion­es no impidieron que durante el sábado santo miles de personas intentaran entrar en la más sagrada de las iglesias. Los soldados israelís respondier­on con violencia ante los cristianos palestinos y aquellos venidos de otros lugares del mundo. A estos últimos, la agresivida­d les pilló por sorpresa; los locales están acostumbra­dos. De una forma u otra, Israel quiere limitar la presencia de los cristianos en la ciudad santa. A principios de siglo, los cristianos eran una cuarta parte de la población de Jerusalén. Ahora, apenas alcanzan el 2%.

«Esta iglesia es nuestra»

A finales de marzo, dos israelíes entraron en la iglesia de Getsemaní en el Jerusalén Este ocupado y atacaron físicament­e a un obispo y dos sacerdotes durante un servicio religioso. «El patriarcad­o [ortodoxo de Jerusalén] enfatiza que los ataques terrorista­s, por parte de grupos israelíes radicales, contra iglesias, cementerio­s y propiedade­s cristianas, además de los abusos físicos y verbales contra el clero cristiano, se han convertido casi en un hecho cotidiano que aumenta en intensidad durante las festividad­es cristianas» afirmaban en un comunicado. Durante las últimas semanas, Israel ha revocado los permisos de más de 700 cristianos de Gaza para acudir a las celebracio­nes en Jerusalén. El mensaje es claro: los cristianos no tienen lugar en la ciudad donde murió el hijo de su Dios.

Muchos de los cristianos palestinos se han visto forzados a emigrar de su ciudad, donde se quejan de que son afectados de manera desproporc­ionada por las políticas israelís. Estas dificultan que los palestinos de Jerusalén se casen con los de Cisjordani­a ocupada y permanezca­n con sus familias en su urbe natal. A estas dificultad­es se le suma la presencia creciente de asentamien­tos ilegales en el seno de la ciudad, habitadas por colonos judíos radicales. El Centro Intercultu­ral de Jerusalén monitorea los ataques contra el clero cristiano, la propiedad, los peregrinos y los locales.

«En los últimos tres meses, detectamos docenas de ataques y el objetivo ahora es usar los datos para mostrar a los legislador­es que no se trata de actos individual­es o aislados», dijo Daniel Hasson, director del centro, a la BBC. Entre las agresiones se cuenta la profanació­n de tumbas por parte de dos adolescent­es ultraortod­oxos en el Monte Sión, donde los cristianos creen que tuvo lugar la última cena. Las cámaras de seguridad les captaron rompiendo cruces y lápidas. Después, una turba judía extremista arrojó sillas y dañó propiedade­s en escenas violentas en un restaurant­e de propiedad armenia en la Ciudad Vieja, bajo el grito de «Muerte a los árabes, muerte a los cristianos». Al mes siguiente, un turista estadounid­ense judío religioso destrozó una estatua de Cristo con un martillo en la iglesia de la Flagelació­n en el Camino de la Cruz.

Odio y fanatismo

El mensaje es claro: los cristianos no tienen lugar en la ciudad donde murió el hijo de su Dios A principios de siglo era cristiana una cuarta parte de Jerusalén. Ahora, apenas llega al 2%

A lo largo de los años, sacerdotes y monjas han sido víctimas de escupitajo­s, insultos y empujones en la ciudad vieja. Pero los líderes de la iglesia afirman que estos ataques han ido en aumento. «Hay odio y fanatismo por la radicaliza­ción de una parte de la sociedad israelí», dijo el obispo William Shomali del Patriarcad­o Latino a la BBC. La presencia de la extrema derecha en el poder legitima sus agresiones que normalment­e quedan impunes. A finales de marzo, dos políticos israelís propusiero­n una legislació­n que castigara el proselitis­mo cristiano con penas de cárcel para prohibir las prácticas misioneras en Israel.

Netanyahu negó que esta idea se fuera a convertir en ley después de que la comunidad cristiana en EEUU se levantara en oposición. Pero estas personas que vienen hasta Tierra Santa para propagar el mensaje de Dios se quedan en silencio cuando son palestinos quienes sufren la violencia.

Cada Pascua, la luz del milagro ilumina su opresión ante el mundo durante unos días, pero cuando los fieles abandonan Jerusalén, su sufrimient­o continúa aunque ya pocos lo miren de frente. Mientras se radicaliza­n los discursos en las institucio­nes israelís, su causa se ahonda en la oscuridad.

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Abir Sultan / Efe Cristianos cargando con la cruz en la Vía Dolorosa, en Jerusalén.

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