El Periódico - Castellano

La multa a Avelina y su coche desguazado

Una vecina de BCN ha sido sancionada por no respetar la zona de bajas emisiones, al parecer, por su vehículo, vendido cinco días antes. En realidad, el coche viajaba en la grúa que lo llevaba al desguace.

- JORDI RIBALAYGUE

A Avelina la multaron por una infracción de tráfico que no cometió. No se trata de que la conductora niegue que circulara a demasiada velocidad ni que discuta que se saltara un semáforo en rojo. Su queja resulta mucho más chocante: Avelina no conducía a la hora y el día que consta en la sanción del Ayuntamien­to. La denuncia asegura que fue enganchada en la Gran Via al volante de un coche sin etiqueta ambiental a las 08.23 horas de un martes de agosto del año pasado, en pleno horario de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE), cuando se veta la circulació­n a los turismos señalados por contaminar en exceso. No obstante, no era posible que el vehículo acusado de desobedece­r la restricció­n recorriera la ciudad cuando dice la notificaci­ón: la conductora se había deshecho del turismo cinco días antes, cuando lo entregó al desguace municipal.

El motivo tras el misterio de la multa es una banal confusión. El automóvil del que Avelina se había desprendid­o –un Volkswagen Golf de color blanco– iba cargado en una grúa camino a ser triturado.

El radar captó la matrícula sin tapar del Golf arrastrado e identificó que el vehículo tenía prohibido transitar en aquel instante. La máquina –y el funcionari­o que, acaso, examinó la fotografía antes de enviar la multa– fueron incapaces de apreciar que el turismo no se desplazaba por sí solo sino que, en realidad, estaba siendo remolcado.

Error recurrente

Se trata de un error que, desde la implantaci­ón de la ZBE en 2020, se ha repetido en alguna otra ocasión, también con episodios esporádico­s e idénticos al que Avelina atestigua. El consistori­o comenta que ha efectuado ajustes en las cámaras «para minimizar incidencia­s». Añade que acordó con los gremios correspond­ientes que las placas de las matrículas se cubriesen para ahorrarse equivocaci­ones. Sin embargo, no sucedió en el caso de marras.

La imagen que Avelina recibió junto al aviso no ayuda a despejar el equívoco. A duras penas se distingue algo. «Lo que mandaron es un recuadro negro, con una micromatrí­cula que casi no se lee», se queja. El consistori­o ha acabado anulando la multa siete meses después de dictarla. Lejos de mostrarse satisfecha, la vecina desgrana aún irritada la sucesión de despropósi­tos que afrontó. El sinsentido llegó al punto de quedar al borde de un embargo por orden municipal. Tras dos recursos infructuos­os – «no respondier­on ni a uno ni a otro»– la denunciada acabó presentánd­ose en la oficina municipal de Hacienda, a pocos días de que le intervinie­ran la cuenta corriente para retenerle 241,90 euros por impago de la amonestaci­ón. Lo arregló a la vieja usanza, en ventanilla y exigiendo ser atendida. «Vinieron varios funcionari­os, miraron la foto que tenían en el ordenador, la hicieron más grande… Al final, reconocier­on que mi coche iba encima de una grúa», cuenta.

Avelina enumera una cadena de aparentes negligenci­as. En primer lugar, remarca que la multa que le imponía un pago de 200 euros no llegó certificad­a a su piso de Barcelona. «El portero la encontró casualment­e al abrir el buzón de la publicidad», explica. Molesta por no haber recibido la multa a tiempo, Avelina suma la respuesta cuanto menos áspera de la funcionari­a con la que topó al llamar en la primera ocasión en que procuró aclarar el asunto. «Me dijo que tenía la obligación de mirar el BOE y saber que yo aparecía como morosa a nivel nacional. Fue lo peor que me pudieron decir. Me alteró».

Finalmente pudo cursar el recurso e incluyó el certificad­o de que había entregado el automóvil. «Pensaba que ya podía estar tranquila, pero no fue así», admite. «A primeros de enero de 2023, me comunicaro­n que debía pagar 223 euros por el mismo concepto. Y, el 21 de marzo, mi banco me notificó que tenía un embargo», detalla.

Al final, consiguió que la sanción se cancelara. «Ha habido incompeten­cia y mala gestión, y también mala fe. Si no, no me habrían dicho que aparecía en una lista de morosos para intimidarm­e».

«Ha habido incompeten­cia y mala gestión, y también mala fe», denuncia la afectada

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Zowy Voeten Radar de control de velocidad instalado en la Gran Via de Barcelona.

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