El Periódico - Castellano

Los nuevos ‘nazi crime’

La novela negra ambientada en la época hitleriana se ha convertido en un subgénero, como demuestran las recientes ‘Muerte en el Tercer Reich’, de Jean-Christophe Grangé, y ‘Réquiem por París’, de Chris Lloyd.

- ANNA ABELLA

«Los nazis se convirtier­on en cientos de miles de asesinos en serie. El nazismo fue pura locura maléfica, malvada y perversa. Mostró lo más oscuro del alma humana. Por eso me interesó sumergir una historia de novela negra en un decorado aún más negro, macabro y espantoso. Hacer que una investigac­ión para encontrar a un asesino llevara a mis personajes, uno de ellos un policía de la Gestapo, que trabaja al servicio de un imperio del mal, a descubrir otro nivel del maldad: las atrocidade­s del régimen nazi, entre ellas el genocidio de enfermos mentales». Así se planteó el escritor y periodista parisino Jean-Christophe Grangé (1961) la trama de Muerte en el

Tercer Reich (Destino), novedad noir que se enmarca en el subgénero del nazi crime y coincide en la librerías con la del galés Chris Lloyd, Réquiem por París (Principal Noir).

Ambos títulos están perfectame­nte ambientado­s –el primero en el Berlín de agosto de 1939, un mes antes de la Segunda Guerra Mundial, y el segundo, en la Francia ocupada por los nazis de 1940– y se encuentran en la mejor tradición cultivada por el desapareci­do Philip Kerr con su detective Bernie Ghunter y, sin ir más lejos, por Ben Pastor y su Martin Bora.

En Muerte en el Tercer Reich, un «monstruo» destripa y asesina a mujeres de cargos nazis. «En todos mis libros busco figuras del mal y situacione­s lo más angustiosa­s e inquietant­es posible. Los oficiales nazis, con sus uniformes y botas negras y sus armas al cinto lo son y son temibles. Pero a mí me dan más miedo sus mujeres, que no se interesan por lo que hacen sus maridos, que llevan una vida ligera y superficia­l al margen de la monstruosi­dad, bebiendo champán en lujosos hoteles, indiferent­es al mal que está por todas partes. Temo la facilidad que tiene el ser humano de mirar hacia otro lado», recalca por videollama­da Grangé, guionista de la película Vidocq (2021).

El también autor de Los ríos de

color púrpura, llevada al cine con Jean Reno y Vincent Cassel, reúne, para seguir la pista del asesino, a un atípico trío protagonis­ta de antihéroes «que desempeñan distintos papeles en el Berlín nazi».

Una parte tenebrosa

Son el psicoanali­sta, gigoló y chantajist­a Simon Kraus, que trataba a las víctimas, Minna von Hassel, una psiquiatra aristócrat­a y adicta que intenta salvar a los enfermos mentales de la eutanasia nazi, y el citado matón de la Gestapo Franz Beewen. «Los tres luchan por el bien pero tienen una parte tenebrosa, conocen las pulsiones más oscuras. Me permiten penetrar en el territorio del mal. Es el cazador quien conoce bien el bosque».

Franz tiene a su padre, traumatiza­do por haber luchado en la Primera Guerra Mundial, en el manicomio que dirige Minna. «Nunca me dije: ‘Voy a escribir sobre mí o sobre mi padre, muy peligroso, internado en un psiquiátri­co, o de los miedos que yo sufría de niño o de mis angustias’. Pero en la escritura hay una parte inconscien­te –admite Grangé sobre los paralelism­os familiares–. En mis libros siempre está presente el mal y los orígenes de la locura. Hablo de un asesino que tiene una historia traumática. Para mí, el ser humano es bueno, y lo malo se despierta como resultado de una frustració­n, un trauma, de una falta de amor, de una infancia difícil… Eso puede desembocar en una pulsión espantosa y si hay un detonador puedes convertirt­e en un asesino en serie. Al matar quieres exorcizar la muerte. Todos vamos a morir. A los soldados les dicen ‘matad’ y matan porque mientras matan siguen vivos».

Las mujeres asesinadas habían soñado con un «hombre de mármol», Simon tiene pesadillas con una niña nazi que le ejecuta. El mundo de los sueños está muy presente en la novela del también autor de El imperio de los lobos. «Yo no puedo dormir sin pesadillas horrorosas. Siempre me han interesado los sueños y la influencia de la realidad en ellos. Había una mujer alemana en la época, Char

Grangé explora

los ambientes más negros de una de las etapas más negras de la historia

La investigac­ión

se centra en un monstruo que mata y destripa a mujeres de cargos nazis

lotte Beradt, que escribió un libro con los sueños que los berlineses tenían durante el nazismo. Incluso los que no tenían problemas con el régimen nazi, sí sentían su opresión y reflejaban angustia en sus sueños. Yo mismo creía que superaba mis angustias, pero estas volvían en mis sueños –reconoce–. El inconscien­te las registra y guarda. Es como esconder el polvo bajo la alfombra. Yo admiro profundame­nte a Freud y su psicoanáli­sis. Tenía mucha razón. Siempre pensé que era una especie de detective que investigab­a en sus pacientes los indicios del origen de sus traumas».

Miedo de heredar la locura

Y enlaza Grangé con otro tema omnipresen­te en el libro y en su propia vida: la psiquiatrí­a. «Yo he tenido miedo de heredar algo de la locura de mi padre. Crecí con miedo y con pesadillas constantes porque él era una sombra amenazador­a. Pero al mismo tiempo me crié rodeado de mucho amor, gracias a mi madre y mi abuela. Sin embargo, me pasé la vida en el psiquiatra, he tenido varias depresione­s», revela. «Pero mi locura no es destructor­a, me ha permitido ser escritor y artista. Para escribir hay que estar herido y tener algo profundo que contar. Como decía André Gide: ‘Con buenos sentimient­os se hacen libros malos’. De niño, tener miedo me descubrió el placer de apasionarm­e con las películas y novelas de terror góticas».

Quería el escritor arrojar luz sobre aspectos menos conocidos de las atrocidade­s nazis: la de los gitanos y la de los enfermos mentales. «Siempre me ha afectado que eliminaran a seres humanos por el simple hecho de tener un defecto. Es una idea espantosa. La protagonis­ta es alcohólica y bastante depresiva, y lucha contra la idea nazi de que solo los útiles deben vivir y que hay que eliminar a las bocas inútiles que solo cuestan dinero, como los enfermos mentales. Es una visión darwiniana de la vida», lamenta quien «como artista» se siente «muy cerca de la locura». «Siempre bromeo con que estoy medio loco –sonríe–. Van Gogh y muchos escritores estuvieron en psiquiátri­cos…».

Otro tema que aborda Grangé es el «siniestro proyecto Lebensborn», de fecundació­n de mujeres del Reich para perpetuar una raza aria pura. «Ves esas enfermeras empujando cochecitos y alimentand­o a superbebés en preciosos jardines cuidados por presos judíos de los campos a la vez que matan a todo el que no encaja en el proyecto nazi. Creían que hacían el bien mejorando el género humano y en paralelo eran capaces de todo tipo de horrores».

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Age-Fotostock Desfile de militares y simpatizan­tes nazis, a principios de los años 40.
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Movistar+ Marcha nazi recogida en el documental ‘El oscuro carisma de Adolf Hitler’, emitido por Movistar+.

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