Rubiralta aboga por una administración ágil en Europa como la de China y EEUU
▶ El presidente del Grupo Celsa reclama al Gobierno comunitario más eficiencia para poder competir de igual a igual con otras potencias
Paco no tenía previsto pedir el micro. Pero tras escuchar con atención las palabras del chaval al que vio nacer, el hijo mayor de su buen amigo Francisco, consideró que era menester dirigirse al público. «Estuvimos juntos en el colegio, la carrera, la mili, todo lo que podáis imaginar. Y ahora, al hablar tú de perseverancia me he dicho: ‘Coño, este es mi amigo Ciscu’. Porque tu padre era perseverante, siempre de cabeza contra lo que fuera». «No ha sido fácil ponerse en sus zapatos, pero lo hice con muchas ganas, mucha inocencia y muy bien arropado por mi familia y mi equipo», respondió Francesc Rubiralta (Barcelona, 1977), presidente del Grupo Celsa. Este diálogo, que apenas duró un par de minutos, resume bien la situación por la que atraviesa esta empresa familiar catalana que, a pesar de tener un ambicioso plan de futuro, arrastra un conflicto de incierto final con los fondos de inversión que tiempo atrás se hicieron con el 80% de su deuda. Dos modelos de negocio enfrentados y, hasta cierto punto, contradictorios.
El presidente del Grupo Celsa concedió ayer la primera entrevista en sus 13 años al frente de la compañía, desde que asumiera el cargo tras el fallecimiento de su padre, en noviembre de 2010. Se explicó largo y tendido durante el afterwork organizado por EL PERIÓDICO en el auditorio de la Casa Seat, en el que fue desgranando los valores de la empresa en base a conceptos como el liderazgo, las oportunidades, el talento, el compromiso y la economía circular.
Este último factor es hoy el eje sobre el que gira la actividad de este gigante que en 2022 facturó 6.084 millones de euros, dos veces el presupuesto anual del Ayuntamiento de Barcelona.
Economía circular
Sobre la negociación con los fondos, Rubiralta optó por la prudencia y, sin aportar detalles sobre las conversaciones o el proceso judicial que tienen abierto, se mostró «convencido de que terminarán con una salida que dará solución satisfactoria a los intereses del grupo, los clientes y los proveedores». El resto de la hora de conversación fue, de hecho, una manera de responder a la pregunta sobre su relación con los fondos, pues expuso todos los argumentos por los que considera que la compañía es viable y tiene un plan de futuro liderado por la familia que fundó la empresa en 1967. No solo económico, también en cuanto a la sostenibilidad: «El objetivo es que en 2030, el 100% del acero se produzca de manera circular, es decir, en base a material reciclado».
Un porvenir, sin embargo, para el que reclamó una administración pública «más clara, más simple y más ágil». Un mensaje que iba dirigido a los políticos nacionales, pero sobre todo a las autoridades europeas, pues es ahí donde se toman las decisiones que permitirían rivalizar con EEUU y China. «Tenemos una petición muy clara: queremos ser capaces de competir en igualdad de condiciones. Hoy en día no somos capaces de exportar porque nuestro precio de la energía no nos los permite, lo que nos deja en desventaja respecto a otros países de fuera de Europa».
Rubiralta mencionó la ley de reducción de la inflación aprobada por el Gobierno de Joe Biden en agosto de 2022, que, entre otras cosas, «incentiva la transformación de la industria hacia un modelo verde, sostenible y circular». «Muchas empresas que se planteaban invertir en Europa se acaban marchando a Estados Unidos. Necesitamos el mismo nivel de apoyo», reclamó. «La voluntad y el dinero están –prosiguió–, pero a menudo nuestra Administración no tiene la agilidad que sí existe en China y Estados Unidos, a la hora de hacer que lleguen al tejido empresarial». Su mensaje a Bruselas terminó así: «Si Europa quiere protagonismo geopolítico, es necesario tener una cierta autonomía estratégica, y para eso hace falta industria».
Rubiralta, que hasta en 10 ocasiones mencionó como «imprescindible» el apoyo de su equipo y de su familia, con su mujer y sus cuatro hijos al frente, preside desde el pasado noviembre Eurofer, la patronal siderúrgica europea, que en sus 45 años de vida jamás había tenido un presidente español, y menos aún un líder que produzca acero con hornos eléctricos (hierro reciclado infinitamente) y no con altos hornos (a través del mineral del hierro). «Los imposibles son nuestras grandes oportunidades», definió el presidente de Celsa. En Europa todavía prevalece este segundo modelo, pero Rubiralta está convencido de que el sector transitará hacia tres objetivos que ninguna empresa puede eludir: «El cambio climático, la escasez de recursos naturales y la inequidad», explicó.
La compañía de Castellbisbal recoge 2,5 millones de toneladas de hierro reciclado en sus 45 centros circulares distribuidos en nueve países, una cifra similar a todo el plástico, el papel, el vidrio, la madera y los neumáticos que se reciclan en España en un año. «Celsa es la primera mina urbana de Europa», dijo Rubiralta. La cosa es aparentemente sencilla: Europa no fabrica chips y no tiene materias primas pero sí «materias secundarias», es decir, residuos al que dar una nueva vida. Y es ahí donde Rubiralta ve margen de crecimiento y un hecho diferencial para el Viejo Continente.
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«El objetivo es que en 2030 el 100% del acero se produzca a partir de material reciclado», afirma