El Periódico - Castellano

Encuestas a medida

La tendencia de Trias no es buena y filtra un sondeo favorable

- Sergi Sol es periodista.

El efecto Trias va camino de ser un espejismo después de irrumpir como un trueno exhibiendo anticolaui­smo. Parecía un soplo de aire fresco, a pesar de que Trias, con Maragall, es de largo el candidato con más batallas a sus espaldas. Y años. En 2019 renunció a presentars­e a la alcaldía y decidió cerrar la lista de Elsa Artadi, hasta hace cuatro días guardia pretoriana de Puigdemont. Ahora, reciclada en Foment del Treball.

El paso a un lado de Trias no fue precisamen­te elegante en un hombre que acostumbra a ser respetuoso. Para el exalcalde, derrotado por Colau en 2015, un hombre de la edad de Maragall lo que tenía que hacer era jugar a cartas o a la petanca con los jubilados o sentarse en algún banco a bostezar. Y dar paso a gente joven. Maragall tenía 76 años. Curiosamen­te, Trias va camino de los 77.

La irrupción de Trias sacudió el mapa político barcelonés. Y las primeras estimacion­es le llegaron a dar hasta 12 concejales en enero. Maragall caía hasta los 5 concejales según las primeras encuestas que se publicaron en enero. Trias crecía, sobre todo, a expensas de Maragall. Pero picoteaba un poco de todas partes, abanderand­o el anticolaui­smo. También de una parte importante de aquellos que en 2019 votaron a Valls-Ciudadanos.

Tan efectiva parecía la receta que Collboni –temeroso de que Trias capitaliza­ra el enojo con Colau– respondió con una paradójica pirueta: dejando el Gobierno de Colau y renegando de esta. Él, precisamen­te él, que fue uno de los artífices del pacto anti-Maragall cocinado con Manuel Valls para la investidur­a de Colau.

En Calàbria se encendiero­n las luces de alarma. También en la sede del PSC, en la calle de Pallars, con una campaña pensada para enfrentars­e a Maragall. Solo Ada Colau sonrió. El PP se deshizo del díscolo Josep Bou y lo sustituyó por uno de los cuadros de la casa.

Lo tenían becado en València tras agotar una canonjía de 10 años en el Consell del Audiovisua­l de Catalunya (CAC). Él también se apuntó al anticolaui­smo. Y de paso, parecería que al antimaraga­llismo, advirtiend­o de que él no haría como Manuel Valls. Que a Maragall y Colau ni agua, a la vez que dejaba la puerta abierta a investir a Collboni o a Trias.

El problema es que la candidatur­a de Trias tocó techo con su lanzamient­o y desde entonces no ha hecho más que perder fuerza. Maragall ha hecho exactament­e lo contrario, mientras Colau y Collboni mantienen la posición sin alegrías. Resultado, todos atrapados en una horquilla de entre 8 y 9 concejales. Con una cola que otorga representa­ción a Vox y PP. Y que no descarta a Anna Grau, la candidata de Ciudadanos. Los trackings de los grandes partidos –se gastan centenares de miles de euros en un año electoral– apuntan claramente en este sentido. Al punto de que Trias ya cae a los 9 concejales. También las encuestas de los diarios han empezado a indicar esta tendencia, que todos los profesiona­les de la demoscopia saben que cuando se consolida es como una losa. No hay quien lo levante.

Para estimular a una tropa que ve que la tendencia no es buena, al equipo de Trias no se le ha ocurrido nada más que filtrar los resultados de una presunta encuesta que ha provocado la hilaridad de la competenci­a al adjudicars­e 14 concejales. Y mirar de reavivar el fuego con un manifiesto de ‘patums’ para salvar Barcelona de las zarpas colauistas que, por cierto, es la mejor manera de dar oxígeno a Colau, que se frota las manos con cada maniobra de este tipo.

El escenario electoral es tan complejo y abierto en la capital catalana que podría haber alcalde con menos de 10 concejales. Incluso con 8. Y atención a las derechas de la ciudad, que pueden llegar a sumar hasta 6 concejales repartidos simétricam­ente. ■

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Sergi Sol

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