El Periódico - Castellano

La difícil pacificaci­ón del último tramo de la Meridiana

Entidades vecinales reclaman desde hace tiempo una solución para el tráfico en la concurrida avenida, entre Nou Barris y Sant Andreu.

- DAVID GARCÍA MATEU

Nueve metros. Esta es la altura máxima que llega a alcanzar la avenida Meridiana en el tramo entre Nou Barris y Sant Andreu, que se eleva como un viaducto por la diferencia de cota entre los dos territorio­s. En el lado mar se alza un muro que no siempre ha estado allí: fue en los años del porciolism­o cuando el acceso norte a Barcelona se reconvirti­ó en autopista urbana. Este vestigio de la supremacía absoluta del coche en la ciudad, no obstante, puede tener los días contados.

Tal como reivindica­n las entidades vecinales, todos los partidos políticos se comprometi­eron por escrito a reducir carriles y pacificar la Meridiana, incluido también el tramo entre Fabra i Puig y el puente de Sarajevo, el más difícil de todos por dimensione­s, subsuelo y tráfico. El próximo gobierno de la ciudad tendrá sobre la mesa esta carpeta incómoda y de obligada apertura.

Tras las obras de los túneles de les Glòries, la última pieza de la Meridiana promete convertirs­e en la siguiente obra faraónica de la ciudad. De hecho, hace apenas un mes, el ejecutivo de la alcaldesa Ada Colau apostaba por el proyecto más contundent­e de los urbanistas municipale­s hasta ahora: eliminar el muro por completo salvando el desnivel con suaves pendientes y una rambla, reducir carriles y derribar el puente del Dragó. Todo ello, sin tocar los túneles ferroviari­os que circulan por debajo. Precisamen­te esta era la reforma que anhelan desde hace años las entidades vecinales de ambos lados de la Meri.

Más allá de recoser las dos Trinitat, uno de los principale­s objetivos de la pacificaci­ón presentada es acercar los vecindario­s de Nou Barris y Sant Andreu. «Hay que tener en cuenta que el antiguo municipio de Sant Andreu de Palomar llegaba hasta Vilapicina y Santa Eulàlia, y fue por la apertura de la Meridiana que se empezó a perder el contacto entre barrios», apunta el presidente de la asociación de vecinos de Sant Andreu de Palomar, Miquel Ruiz. «Ahora, entre quien entre a gobernar el ayuntamien­to, tendrá que seguir con la obra y acabar con esta autopista», aprieta Ruiz.

El punto de vista lo comparte Josep Ferrándiz, de la asociación vecinal de la Prosperita­t. En su opinión, «se puede entender que el tramo Fabra i Puig-Sarajevo no se ha llevado a cabo este mandato por la pandemia y la crisis de los suministro­s, pero el acuerdo para ejecutarlo está firmado por todos los partidos, incluido el PSC que ahora parece echarse atrás con las supermanza­nas».

Más transporte público

El activista recuerda que el compromiso político es pacificar la Meridiana hasta Torre Baró y Vallbona: un sector que funciona plenamente como embudo de autovías y que, en todo caso, tendría que reformar la Generalita­t como titular de la infraestru­ctura a partir del puente de Sarajevo.

«La obra es fundamenta­l para conseguir cambiar el paradigma de la movilidad en la ciudad, tenemos que reducir la entrada y salida de coches», señala Ferrándiz. Un objetivo que, en todo caso, «tiene que ir acompañado de un plan de movilidad a escala metropolit­ana», enfatiza. A su parecer, la solución no pasa solamente «por quitar carriles para coches», sino que «tiene que ir acompañado de transporte público más potente, aparcamien­tos disuasorio­s en las afueras y más estaciones de autobuses interurban­os».

El desarrollo de grandes aparcamien­tos disuasorio­s a las puertas de la capital sigue enquistado desde hace décadas «porque todo el mundo dice que se tienen que hacer, pero ningún pueblo los quiere tener», opina el presidente de la asociación Promoció del Transport Públic (PTP), Adrià Ramírez. En lo que sí que se ha puesto manos a la obra Barcelona, contrapone, es en la nueva estación de autobuses interurban­os de la Meridiana.

En tanto que dicha infraestru­ctura pretende incrementa­r las circulacio­nes de buses y poner orden al trasbordo que muchos de sus usuarios hacen con la estación de metro y Rodalies de Sagrera Meridiana, el proyecto genera posicionam­ientos dispares. Ya ha recibido el aval de la PTP y, por el contrario, ha puesto en pie de guerra a la AVV de la Sagrera. «Si bien la Meridiana ha quedado muy bien hasta Felip II y reconocemo­s la valentía del ayuntamien­to al impulsarlo, estamos dolidos con el proyecto de la estación de autobuses», asevera su presidente, Jaume Matas.

«Nos han avanzado que tendremos 969 expedicion­es diarias de entrada y otras 783 de salida; un tráfico impresiona­nte que generará más colas en las aceras y más autobuses aparcados por las calles de alrededor», añade Matas. Un problema para la entidad que «no debería de producirse porque la estación de autobuses ya estaba proyectada dentro de la de alta velocidad de La Sagrera». En cualquier caso, tanto la entidad como el ayuntamien­to ya se han sentado con la Generalita­t «para negociar que el impacto del equipamien­to sea el menor posible». ■

La construcci­ón de la estación de buses y su impacto tiene divididos a los vecinos

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Jordi Cotrina Imagen de la Meridiana desde el puente de Sarajevo.
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