La difícil pacificación del último tramo de la Meridiana
Entidades vecinales reclaman desde hace tiempo una solución para el tráfico en la concurrida avenida, entre Nou Barris y Sant Andreu.
Nueve metros. Esta es la altura máxima que llega a alcanzar la avenida Meridiana en el tramo entre Nou Barris y Sant Andreu, que se eleva como un viaducto por la diferencia de cota entre los dos territorios. En el lado mar se alza un muro que no siempre ha estado allí: fue en los años del porciolismo cuando el acceso norte a Barcelona se reconvirtió en autopista urbana. Este vestigio de la supremacía absoluta del coche en la ciudad, no obstante, puede tener los días contados.
Tal como reivindican las entidades vecinales, todos los partidos políticos se comprometieron por escrito a reducir carriles y pacificar la Meridiana, incluido también el tramo entre Fabra i Puig y el puente de Sarajevo, el más difícil de todos por dimensiones, subsuelo y tráfico. El próximo gobierno de la ciudad tendrá sobre la mesa esta carpeta incómoda y de obligada apertura.
Tras las obras de los túneles de les Glòries, la última pieza de la Meridiana promete convertirse en la siguiente obra faraónica de la ciudad. De hecho, hace apenas un mes, el ejecutivo de la alcaldesa Ada Colau apostaba por el proyecto más contundente de los urbanistas municipales hasta ahora: eliminar el muro por completo salvando el desnivel con suaves pendientes y una rambla, reducir carriles y derribar el puente del Dragó. Todo ello, sin tocar los túneles ferroviarios que circulan por debajo. Precisamente esta era la reforma que anhelan desde hace años las entidades vecinales de ambos lados de la Meri.
Más allá de recoser las dos Trinitat, uno de los principales objetivos de la pacificación presentada es acercar los vecindarios de Nou Barris y Sant Andreu. «Hay que tener en cuenta que el antiguo municipio de Sant Andreu de Palomar llegaba hasta Vilapicina y Santa Eulàlia, y fue por la apertura de la Meridiana que se empezó a perder el contacto entre barrios», apunta el presidente de la asociación de vecinos de Sant Andreu de Palomar, Miquel Ruiz. «Ahora, entre quien entre a gobernar el ayuntamiento, tendrá que seguir con la obra y acabar con esta autopista», aprieta Ruiz.
El punto de vista lo comparte Josep Ferrándiz, de la asociación vecinal de la Prosperitat. En su opinión, «se puede entender que el tramo Fabra i Puig-Sarajevo no se ha llevado a cabo este mandato por la pandemia y la crisis de los suministros, pero el acuerdo para ejecutarlo está firmado por todos los partidos, incluido el PSC que ahora parece echarse atrás con las supermanzanas».
Más transporte público
El activista recuerda que el compromiso político es pacificar la Meridiana hasta Torre Baró y Vallbona: un sector que funciona plenamente como embudo de autovías y que, en todo caso, tendría que reformar la Generalitat como titular de la infraestructura a partir del puente de Sarajevo.
«La obra es fundamental para conseguir cambiar el paradigma de la movilidad en la ciudad, tenemos que reducir la entrada y salida de coches», señala Ferrándiz. Un objetivo que, en todo caso, «tiene que ir acompañado de un plan de movilidad a escala metropolitana», enfatiza. A su parecer, la solución no pasa solamente «por quitar carriles para coches», sino que «tiene que ir acompañado de transporte público más potente, aparcamientos disuasorios en las afueras y más estaciones de autobuses interurbanos».
El desarrollo de grandes aparcamientos disuasorios a las puertas de la capital sigue enquistado desde hace décadas «porque todo el mundo dice que se tienen que hacer, pero ningún pueblo los quiere tener», opina el presidente de la asociación Promoció del Transport Públic (PTP), Adrià Ramírez. En lo que sí que se ha puesto manos a la obra Barcelona, contrapone, es en la nueva estación de autobuses interurbanos de la Meridiana.
En tanto que dicha infraestructura pretende incrementar las circulaciones de buses y poner orden al trasbordo que muchos de sus usuarios hacen con la estación de metro y Rodalies de Sagrera Meridiana, el proyecto genera posicionamientos dispares. Ya ha recibido el aval de la PTP y, por el contrario, ha puesto en pie de guerra a la AVV de la Sagrera. «Si bien la Meridiana ha quedado muy bien hasta Felip II y reconocemos la valentía del ayuntamiento al impulsarlo, estamos dolidos con el proyecto de la estación de autobuses», asevera su presidente, Jaume Matas.
«Nos han avanzado que tendremos 969 expediciones diarias de entrada y otras 783 de salida; un tráfico impresionante que generará más colas en las aceras y más autobuses aparcados por las calles de alrededor», añade Matas. Un problema para la entidad que «no debería de producirse porque la estación de autobuses ya estaba proyectada dentro de la de alta velocidad de La Sagrera». En cualquier caso, tanto la entidad como el ayuntamiento ya se han sentado con la Generalitat «para negociar que el impacto del equipamiento sea el menor posible». ■
La construcción de la estación de buses y su impacto tiene divididos a los vecinos