Lamparones en el paseo de Gràcia
La falta de lluvia obliga a reforzar el dispositivo de limpieza del pavimento de la transitada avenida. Se incrementará el fregado ante las numerosas manchas que presentan las aceras.
Cualquier peatón que en vez de mirar al frente camine con la vista puesta en el suelo se sorprende ya hace días de la suciedad que muestra el pavimento de muchas de calles de Barcelona, pese al incremento de recursos en la limpieza municipal, y ante la larga ausencia de lluvias. Pero la situación resulta llamativa en puntos como el paseo de Gràcia, al pie de los comercios más lujosos de la ciudad y siendo una de las más visitadas de la ciudad. La acumulación de manchas y orines junto a fachadas, bancos, papeleras, buzones y otros elementos contrasta con la oferta y su carácter icónico. Tras la queja de los afectados esta misma semana, el ayuntamiento replica que reforzará desde hoy el operativo de fregado en este eje de oro. No obstante, ayer ya se notó una mejora en la limpieza, señalaron los comerciantes.
La Asociación del Paseo de Gràcia mantuvo una reunión esta semana con representantes del área de Ecología Urbana. El encuentro ya estaba agendado hace tiempo, pero hicieron saber a los responsables de la planificación que era necesario mejorar el saneamiento de las calles, ante la previsión de que la sequía agrave la situación, y teniendo en cuenta que se utilizan aguas freáticas (del subsuelo). La coyuntura de ahorro de agua no ha afectado al lavado de las calles, afirma el ayuntamiento, que mantiene la regularidad habitual (incrementada desde la nueva contrata de limpieza). Sí ha variado el uso de agua freática al 100%, ya que antes era un 80% (alguna maquinaria pequeña solo podía utilizar el agua corriente), dada la situación.
El rastro de orines
No obstante, la falta de lluvias durante meses hace que el baldeo se quede corto para las manchas y mugre más enquistados. El rastro que pueda escurrirse de las papeleras, de bolsas que salgan de algún restaurante, de restos de bebidas derramadas, de orines o incluso de defecaciones de perro, parece tatuado sobre el pavimento. Y no ayuda el incivismo de las muchas personas que tiran colillas y chicles al suelo, apuntan desde una tienda muy concurrida. La normativa municipal prohíbe que las mascotas orinen contra fachadas y mobiliario urbano, y en caso de hacerlo deben limpiarse al momento, pero en la práctica no se persigue esta infracción común. En condiciones climatológicas normales, la lluvia y la limpieza urbana bastan para atenuarlo, pero en el actual panorama de sequía esa suciedad se acumula.
El presidente de asociación de comerciantes, Luis Sans, sabe que el problema es común a otras calles del Eixample, pero por la gran afluencia de paseantes y compradores del eje, y por su oferta, ha reivindicado la mejora. El compromiso municipal ha empezado a dar frutos. Ayer las manchas eran menos visibles respecto a la estampa de la semana pasada y el inicio de esta, constatada por este diario. Fuentes del área de Ecología Urbana aseveran que en el distrito, como en el resto de la urbe, se ha reforzado la limpieza con agua. En el Eixample ha pasado de frecuencia quincenal a semanal en las esquinas de edificios.
Cada jornada trabajan 13 cisternas de limpieza con agua entre los turnos diurnos y nocturnos y desde hace unos meses se han incorporado unos equipos polivalentes que la mitad de la jornada hacen tratamiento con agua y la otra mitad realizan barrida en las calles. Agregan que ponen el acento en entornos de contenedores, restos de excrementos de palomas y excrementos en general, doblando la frecuencia previa al nuevo contrato. ■