BCN no quiere ser la disco de Europa
Con motivo del Día Internacional de la Concienciación sobre el Ruido, vecinos de los barrios de la capital catalana más afectados por la contaminación sonora se manifiestan para exigir soluciones.
Los vecinos de los núcleos de Barcelona que más sufren el ruido, muy especialmente el nocturno, mostraron meses atrás el cabreo con el que viven una situación que les impide dormir. Porque no dormir lleva como mínimo al cabreo, y en el peor de los casos, a enfermedades graves como demencia, ictus, dolencias cardiovasculares, depresión, ansiedad, retraso cognitivo. El Ayuntamiento de Barcelona anunció en verano que tomaría medidas, colocó sonómetros en algunas zonas, y fijó algunas restricciones para intentar minimizar el problema, como anunciar sanciones más graves, lo dijo la propia alcaldesa, Ada Colau, a algunos vecinos. Pero pasado casi un año, la situación no ha mejorado. No a ojos de los que la sufren, que recalcan que gran parte del problema, aunque no todo, viene de las concentraciones turísticas.
Ayer, entidades de los focos donde el problema es más grave se reunieron en la plaza de George Orwell con motivo del Día internacional de la concienciación sobre el ruido. No es que sea un día, subrayaron, su problema es casi diario. Pero aprovecharon la fecha para volver a denunciar que no pueden dormir en condiciones. Al final, concluyeron con algo que parece adecuado para la situación: un minuto de silencio. El acto fue convocado por la Federació d’Associacions Veïnals de Barcelona (FAVB) y entidades de las zonas donde más grave es el ruido: Alerta Poble Sec, Associació de Veïns del Gòtic, Associació de Veïns del Casc Antic, PACAME, Plataforma Carrers i Places de Gràcia, SOS Enric Granados, SOS Triángulo Golfo, STOP Concerts y el Fòrum Xarxa Veïnal del Raval.
Los comparecientes concluyeron que el ruido tiene principalmente dos fuentes: el tráfico y el ocio nocturno. Y que el consistorio, destacaron representantes del Gòtic y el Raval, ha actuado parcialmente contra el primero, pero no lo ha logrado contra el segundo.
Mesas, sillas, personas
Carme Madrigal, de Alerta Poble Sec, denunció que la concentración de gente en calles como la de Blai impiden el descanso, y recordó las cifras que provocan ese hecho: en la vía hay 240 mesas en terrazas que suman 960 sillas por las que durante un día pasan 3.000 personas. Los alojamientos turísticos, dijo, cierran el círculo de la molestia. Jordi Andolz, vecino del barrio de La Font de la Guatlla y miembro de PACAME, cifró en más de 100 los eventos que tienen lugar en el entorno de las viviendas de los vecinos, en Maria Cristina y la Fira. «Hay música todo el día, por encima de los límites previstos. Se añade el Poble Espanyol y los botellones». Andolz recordó que hay elecciones municipales el 28 de mayo y generales en unos meses, y se preguntó a qué se comprometen los políticos antes de proclamar: «Barcelona no puede ser la discoteca de Europa».
Disculpas
«El ruido mata», concluyó Andolz, como lo hecho la oradora que ha tomado la palabra a continuación, Marité Alonso, vecina de la plaza del Raspall e integrante de Carrers i Places de Gràcia: «El ayuntamiento permite fiestas de más de 12 horas seguidas. El sábado 22 de abril llegamos a 85 decibelios en el Raspall. Dormimos tres horas». Alonso pidió que no se den más licencias de ocio nocturno y que se retiren los de locales que incumplan reiteradamente las normas.
Catorce años llevan los vecinos de Enric Granados molestos por el ruido, recordó Jordi Badia, vecino de la calle. Del Triángulo Golfo, en Poblenou, tomó la palabra Jero Lorenzo, que mostró el hastío de los vecinos ante lo que consideran dejación de funciones municipales: «Estamos sometidos a una violencia acústica continuada. La sonometría nos ha dado la razón», afirmó en alusión a las mediciones hechas por el consistorio. «Nos sentimos ninguneados por el PSC y por los Comuns», dijo. Enric Navarro, de Stop Concerts, reclamó que se lleven las actuaciones musicales de la zona del Fòrum a espacios más alejados de las zonas donde hay viviendas.
En conclusión, el cabreo mostrado por los vecinos meses atrás se mantiene, y la sensación que tienen es la de que el ayuntamiento no ha solucionado el problema. También saben que pese que sufren mucho, son pocos en porcentaje. Pocos como para inquietar a los partidos antes de las elecciones municipales. Al final, coherentes, los presentes, encabezados por Pere Mariné y Miquel Prats, de la FAVB, pidieron disculpas a los vecinos de la plaza de George Orwell por si la megafonía del acto les había molestado. ■
Los vecinos tienen la sensación de que el ayuntamiento no ha solucionado el problema