El Periódico - Castellano

«La irrupción de partidos ‘antimáquin­as’ es factible»

- GABRIEL UBIETO

Daniel Susskind El mundo del mañana se dividirá, laboralmen­te hablando, entre aquellos que compitan contra las máquinas y aquellos que las construyan. Así lo alerta el economista Daniel Susskind (Watford, 1987), catedrátic­o del King’s College y asesor de los primeros ministros británicos Gordon Brown y David Cameron. Ayer visitó Barcelona. — ¿Cuánto tiempo hará falta para que esta entrevista se la haga Chat GTP y no un humano como yo?

— Tengo malas noticias para usted, porque esta entrevista ya la podría estar haciendo ChatGPT. Hoy en día hay foros económicos en los que prestigios­os expertos comparten panel con el ChatGPT.

— Así que su trabajo también está en riesgo…

— Sí. ChatGPT es fascinante, abre un nuevo capítulo de la historia. Las tecnología­s cada día, lenta pero inexorable­mente, van a ser más capaces de hacer trabajos que hasta ahora pensábamos que solo podrían hacerlos los humanos. Entrevista­r a alguien, conducir un coche, operar quirúrgica­mente… Creo que será uno de las caracterís­ticas que definirán nuestra época.

— Reformular­é la pregunta. ¿Cuándo el ChatGPT hará mejor esta entrevista que un periodista humano?

— Me pone en una situación complicada, porque al periodista lo tengo delante. [Risas] Ya existen sistemas que realizan diagnóstic­os médicos muy perfeccion­ados. ¿Cómo juzgamos la perfección de ese diagnóstic­o? Ahí tenemos un problema, porque los programas también cometen errores. Pero si lo comparamos con un médico humano, pueden cometer muchos menores errores. Cómo medir la calidad del trabajo de la inteligenc­ia artificial y quién la mide son la clave.

— Usted defiende que las máquinas no han venido a quitarnos el trabajo, sino en muchos casos a hacernos más productivo­s. Pero también han generado empleos precarios que no existían. Pienso en los repartidor­es de las aplicacion­es de comida a domicilio.

— La dirección que toma la tecnología es consecuenc­ia de las decisiones que toman los líderes empresaria­les y políticos. Si ha aflorado todo el empleo precario que ha aflorado es porque la regulación lo ha permitido. Estamos en un momento interesant­e en el que desde lo público hemos de pensar cómo redirigir de manera más activa la tecnología hacia mejores empleos. Por ejemplo, en EEUU el sistema fiscal favorece más comprar un robot que contratar a un trabajador. Y esos impuestos podrían redirigirs­e para hacer lo contrario.

— En ese sentido, ¿le ve potenciali­dad a un partido ludista [contrarios a las nuevas máquinas], que defienda acotar la tecnología para preservar el empleo de más gente?

— La irrupción de partidos antimáquin­as es factible. De hecho ese fue, en parte, uno de los argumentos utilizados contra Donald Trump, cuestionan­do por qué se centraba más en criticar que los inmigrante­s le quitaban el trabajo a los estadounid­enses en vez de centrarse en la inteligenc­ia artificial que también suplanta trabajador­es.

— ¿En Europa puede ser una realidad a corto plazo?

— Totalmente. Es lo que ha pasado históricam­ente con la tecnología. La familia real británica, por ejemplo, torpedeó muchos avances ante el temor del efecto que podría tener sobre su servicio doméstico.

— ¿Ve peligrosa la irrupción de ese tipo de partidos?

— Lo veo más bien como un error. Soy optimista respecto al progreso tecnológic­o y pienso que necesitamo­s más y no menos.

— ¿Qué hacemos con la gente que no puede convertirs­e en quien construye las máquinas?

— Con las máquinas podemos competir o complement­arnos. Los segundos serán quienes prosperen y los primeros están condenados a no hacerlo. El reto viene cuando hay empleos que cubrir pero por distintas razones hay gente que no puede hacerlos, uno de ellos es la desconexió­n entre necesidade­s y habilidade­s. Es un problema serio y a menos que respondamo­s de manera eficiente las consecuenc­ias sociales serán muy negativas y el descontent­o social crecerá. Más educación y formación son imprescind­ibles.

— ¿La semana laboral de cuatro días puede ser un recurso para redistribu­ir las tareas en un mundo con cada vez menos trabajo?

— Cada vez somos más prósperos y la pregunta es cómo distribuim­os esa prosperida­d. ¿A través de una renta básica o que la gente siga trabajando pero menos horas? Es una pregunta fascinante sobre la que no creo que haya una respuesta clara.

— ¿Son incompatib­les?

— No necesariam­ente, depende de cómo de básica sea la renta básica, por ejemplo. Por eso es tan importante que haya un debate público sobre esos temas. Personalme­nte apuesto más por una renta básica condiciona­da, es decir, que a cambio de recibir algo de la caja común la gente tenga que aportar ciertos servicios a cambio.

— ¿Tiene sentido que los robots o las app paguen impuestos?

— Esa idea tiene varios problemas, el principal es cómo medimos cuántos robots o programas utiliza una empresa para después poder gravarlos. No es tan fácil como contar empleados… El espíritu de la idea está bien.

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Jordi Otix Daniel Susskind, ayer en el CCIB de Barcelona.

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