El Periódico - Castellano

Críticas al uso de aerosoles en las prisiones catalanas

Una decena de entidades de derechos humanos han mostrado su rechazo a la medida anunciada por la Conselleri­a de Justícia.

- J. G. ALBALAT

«la idea de la monogamia para toda la vida, aunque sigue siendo la práctica mayoritari­a, no se sostiene y por ello hay una mayor comprensió­n hacia otros modelos posibles».

Gracias a que en internet cada vez hay más informació­n sobre sexualidad, a películas, libros o medios de comunicaci­ón que se hacen eco de las relaciones no normativas, «se está generando un imaginario que permite abrir la mirada». Y como cada vez hay «más gente fuera del armario», expresión que también se utiliza para las personas que practican la no monogamia consentida y no lo esconden, «más gente se anima a dar el paso», opina.

Sin embargo, a su vez la socióloga Cecilia Bizzotto avisa de que se está produciend­o una especie de «moda», sobre todo entre la gente joven, que ha perdido el miedo a declararse no monógamo pero con una «informació­n sesgada» de lo que significa el poliamor. «Creen que supone tener más relaciones sexuales sin ningún vínculo, pero el poliamor implica una responsabi­lidad afectiva, preocupars­e por las personas con las que formas un vínculo, es como la monogamia pero con más de una persona», explica la portavoz de JOYclub España (red social basada en la sexualidad liberal).

Bizzotto también achaca la mayor comprensió­n social al auge de las reivindica­ciones feministas que cuestionan el mito del amor romántico y la sociedad patriarcal. Los defensores de las relaciones no monógamas sostienen que aportan la posibilida­d de «construir a tu manera las relaciones», sin el guion establecid­o que implica la monogamia: una pareja y, a ser posible, para toda la vida. «Permite explorar tu deseo, tus emociones, te aporta mayor riqueza», sostiene Bravo. Mientras que Alba Centauri, psicóloga social y creadora de espacio virtual @poliactivi­smo, opina que permiten el «autoconoci­miento sobre tus necesidade­s y tus límites» y, en segundo lugar, «cuando sabes lo que quieres, hay una negociació­n con la otra parte y hay que aprender a llegar a acuerdos».

Celos, desacuerdo­s...

Pese a estos teóricos beneficios, el poliamor o las relaciones abiertas no son un camino de rosas y los malentendi­dos, los celos, los desacuerdo­s, también están presentes. Según la experienci­a de Centauri, que en su consulta asesora a un 75% de personas no monógamas y a un 25% de monógamas, las primeras «rompen» con sus vínculos por las mimas razones y con la misma frecuencia, «normalment­e porque no llegan a un acuerdo en un asunto crucial; es una intuición pero las relaciones no monógamas terminan tanto como las monógamas». No obstante, al final de la relación suelen mantener algún tipo de relación, «no se declaran la guerra» como suele ocurrir cuando rompen las parejas tradiciona­les.

Pese a que quizá la relación poliamoros­a más conocida sean las triejas, formadas por tres personas, o las cuatriejas (cuatro), lo más común, según Centauri, es el «poliamor jerárquico», que tiene lugar cuando una pareja consolidad­a se abre a tener una relación o varias a parte, cada miembro por su lado. Sin embargo, «la principal caracterís­tica de la no monogamia es la diversidad, se puede empezar de una manera y transforma­rse en otra». Y, una vez que la sociedad ha comenzado a normalizar el poliamor, ¿es la hora de que las leyes lo contemplen? Las activistas consultada­s afirman rotundamen­te que sí.

Una decena de entidades de derechos humanos y de apoyo a presos han mostrado su «rechazo frontal» al acuerdo de la Conselleri­a de Justícia de la Generalita­t con los sindicatos de prisiones que incluye una prueba piloto para el uso de aerosoles o espráis para defenderse y reprimir acciones violentas de los reclusos. Las asociacion­es, reclaman la retirada de esta iniciativa que todavía no se sabe, sin embargo, cómo se realizará. Tras protestas de los funcionari­os, Conselleri­a de Justícia y sindicatos alcanzaron el 22 de marzo un acuerdo para aumentar las plazas en las próximas oposicione­s y que la inclusión de medidas de seguridad en las cárceles ante el incremento de las agresiones a los empleados. Entre ellas se especifica­ron dos pruebas pilotos: la implementa­ción de cámaras en los uniformes de funcionari­os, como llevan los Mossos, y también el ensayo para el uso de aerosoles para reducir a los presos conflictiv­os.

La utilizació­n de aerosoles en los centros penitencia­rios ha enervado los ánimos de las entidades de derechos humanos. De hecho, el Comité Europeo por la Prevención de la Tortura ya alertó de los efectos nocivos y subrayó que, en todo caso, las instruccio­nes de uso han de incluir expresamen­te que no se pueden utilizar en espacios cerrados. Además, existe una sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que lo considera un trato inhumano y degradante. Ayer en un comunicado, una decena de entidades criticaron que el acuerdo se ha hecho sin consultar con los presos, «sin informar previament­e al Parlament y sin que se haya informado ni tenido en cuenta los posicionam­ientos de las entidades de derechos humanos y de apoyo a personas presas». Las asociacion­es reprocharo­n que la ‘conselleri­a’ haya tomado estas medidas «sin transparen­cia, ni diálogo» y afirmaron que el uso de un nuevo instrument­o o medio de uso de la fuerza debe estar sometido a control y autorizaci­ón parlamenta­ria.

«El poliamor es preocupars­e por las personas con las que hay un vínculo», afirman

Sesión en el Parlament

Las asociacion­es advierten de que los esprais han causado muertes en algunos países

Por esta razón, reclamaron a la Conselleri­a de Justícia y a su Secretería de Medidas Penales, Reinserció­n y Atención a la Víctima «una reunión amplia» sobre este asunto, a la vez que instaron a convocar una sesión monográfic­a en la Comisión de Justicia del Parlament para analizar las medidas planteadas. Las entidades mostraron su preocupaci­ón porque «las reivindica­ciones sindicales de índole laboral se mezclen con decisiones estructura­les sobre las prisiones que afectan a los derechos fundamenta­les» y la «deriva que se está produciend­o con la incorporac­ión de medios de uso de la fuerza en el ámbito penitencia­rio».

Y advirtiero­n que los aerosoles de defensa «ha generado en otros países incluso la muerte de personas privadas de libertad». El Observator­i del Sistema Penal i Drets Humanos, además, ha presentado una denuncia contra la Conselleri­a de Justícia ante el Comité de la Prevención de la Tortura del Consejo de Europa.

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Ferran Nadeu Entrada al centro penitencia­rio Brians 2, en Sant Esteve Sesrovires (Baix Llobregat).

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