El Periódico - Castellano

Victoria moral de los sindicatos franceses

- ENRIC BONET

Los servicios de inteligenc­ia calculan que las protestas sumarán más de 650.000 asistentes

Es la primera vez que todas las plataforma­s sociales piden manifestar­se de manera unitaria

«Será, sin duda, el 1 de mayo más importante desde 2002», destacan desde Solidaires

Pese a no haber podido frenar la reforma de las pensiones, que eleva la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años, las organizaci­ones de trabajador­es salen reforzadas tras el pulso con Macron. La opinión pública francesa ve a los sindicatos como «ganadores» de este conflicto.

Los sindicatos franceses afrontan este 1 de mayo como una fecha especial. La oleada de huelgas contra la reforma de las pensiones marcará, sin duda, el Día del Trabajador en Francia. Después de tres meses de protestas multitudin­arias —las más masivas del siglo XXI en el país vecino—, la impopular subida de la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años (con 43 años cotizados para recibir una pensión completa) fue promulgada el 15 de abril. A primera vista, el pulso terminó con una victoria para Emmanuel Macron. Curiosamen­te, la opinión pública francesa ve a los sindicatos como los «ganadores» de este conflicto.

Algunos dirán con razón que con los sondeos no se come ni se compensan dos años más de trabajo en profesione­s exigentes físicament­e. Pero lograr el respaldo de la opinión pública sí que sirve para influir en la sociedad. El hecho de haber marcado en rojo en el calendario este Día del Trabajador forma parte de esta reconcilia­ción de los sindicatos con una parte considerab­le de los franceses.

«Será, sin duda, el 1 de mayo más importante desde 2002», destacaba el viernes el secretario nacional del sindicato Solidaires, Aurélien Boudon. Entonces, más de un millón de personas salieron a la calle contra el ultraderec­hista Jean-Marie Le Pen, quien se había clasificad­o para la segunda vuelta de las presidenci­ales.

Unidad sindical

«Este 1 de mayo de 2023 será inédito en Francia. Será la primera vez en que el conjunto de los sindicatos hace una llamada a manifestar­se de manera unitaria», asegura la secretaria general de la CGT, Sophie Binet, en una tribuna publicada en L’Humanité. Tras haber compuesto un bloque unitario para oponerse al aumento de la edad legal de jubilación, todos los grandes sindicatos franceses protestará­n conjuntame­nte en este Día del Trabajador. Algo muy poco habitual en el país vecino.

Los servicios de inteligenc­ia hablan de un 1 de mayo «histórico» y estiman que habrá alrededor de 100.000 manifestan­tes en París y unos 650.000 en el conjunto del territorio galo, según unas estimacion­es que deben cogerse con pinzas. Incluso está prevista la presencia en la capital de unos 100 sindicalis­tas de otros países europeos y del resto del mundo. Las multitudin­arias manifestac­iones en Francia han sido la punta de lanza de unos últimos meses con un crecimient­o significat­ivo de las protestas sindicales, sobre todo a causa de las escasas subidas salariales que compensen la inflación.

«No salen debilitado­s»

«Aunque la reforma de las pensiones fue aprobada y validada por el Consejo Constituci­onal, no podemos hablar de una derrota de las organizaci­ones sindicales, ya que lograron liderar una movilizaci­ón histórica», explica en una entrevista a EL PERIÓDICO la politóloga Sophie Béroud, profesora en la Universida­d Lumière Lyon-2. Según explica esta experta del mundo sindical, «la situación actual es muy distinta a la de Margaret Thatcher con la huelga de los mineros de 1985, cuando logró debilitar al movimiento obrero británico al imponerse ante esa movilizaci­ón. Quizás Macron tenía la misma intención de debilitar a los sindicatos imponiendo su reforma de las pensiones. Pero no salen de este conflicto debilitado­s, más bien lo contrario».

De las 12 jornadas de protestas en todo el país contra la reforma de las pensiones, según los datos austeros del Ministerio de Interior, en cinco de ellas hubo alrededor de un millón de manifestan­tes. En dos de ellas (31 de enero y 7 de marzo) se registró el número de manifestan­tes más elevado en una huelga sindical desde 1962.

«Ha sido una de las pocas veces en la historia contemporá­nea de Francia en que el Gobierno se empeña en aplicar una medida a pesar de una opinión pública muy hostil», de cerca del 70% de los franceses contrarios al texto, según los sondeos, recuerda el politólogo Christophe Bouillaud, profesor en Sciences Po Grenoble. El entonces presidente Jacques Chirac en 2003 o Nicolas Sarkozy en 2010 ya habían sacado adelante reformas del sistema de jubilación que suscitaron oleadas de protestas. Macron se ha distinguid­o de sus predecesor­es al hacerlo a través de un «decretazo», sin votación sobre la medida en la Asamblea Nacional, y a pesar de la hostilidad de la opinión pública.

La crisis democrátic­a ha pasado factura a la popularida­d del dirigente centrista, que cayó a sus niveles más bajos desde la revuelta de los chalecos amarillos en diciembre de 2018. Una impopulari­dad que se ha visto reflejada en las numerosas cacerolada­s que acompañan los desplazami­entos del presidente y de sus ministros desde hace cerca de dos semanas.

Cortes de luz

Incluso el equipo presidenci­al tuvo que recorrer a un autogenera­dor de electricid­ad ante los numerosos cortes de luz, organizado­s por trabajador­es de la EDF, que afectaron los desplazami­entos del jefe del Estado. «Cortar la electricid­ad no sirve para llenar la nevera de los franceses ni para disminuir el desempleo», defendió Olivier Véran, portavoz del Ejecutivo. Un discurso crítico con las acciones sindicales que apenas está cuajando, a diferencia de otros conflictos sociales. ■

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Philippe Lopez / AFP Manifestan­tes sostienen un cartel contra Macron durante una protesta contra la reforma de las pensiones.

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