Más guerras en África
A la sombra de Ucrania parece menor cualquier otro conflicto, pero los hay y aunque no nos alcancen de manera tan directa anuncian una nueva ola de violencia global para la que no estamos preparados. En Sudán, a pesar de un intento inútil de alto el fuego, las cancillerías occidentales han evacuado a ciudadanos y diplomáticos ante la imposibilidad de protegerles. Aislado, el enfrentamiento entre militares en Sudán parece difícil que sea una nueva amenaza a la altura de la pandemia o el conflicto en Ucrania. El problema es que no es el único frente en una franja de África, el Sahel, relativamente próxima a Europa donde no queda ya ni un solo país indemne a la inestabilidad gubernamental, la proliferación de guerrillas y fuerzas no estatales que intervienen, en parte, por el acceso a los recursos, en parte por el control de una población que al final les pueda dar acceso al poder.
Desde Sudán hasta la costa atlántica no queda ni un solo gobierno estable y con capacidad de dar seguridad a sus ciudadanos. De Chad a Mauritania prolifera la irrupción de milicias yihadistas, reminiscencias de la antigua Al Qaeda o relacionadas con lo que queda del Estado Islámico, que se están haciendo con buena parte del territorio en el norte de estos países donde las arenas del desierto no distinguen fronteras. El caso más crítico ahora es Burkina Faso, donde el Gobierno ha declarado la guerra total, una estrategia que de fracasar acercará a los mas radicales a la capital. Algo que ya ocurre en Níger y Mali. Estos países –de los que Francia, la antigua colonia, se está retirando– están ahora sustituyendo a los antiguos colonos por mercenarios rusos del grupo Wagner. Como apunta Mariano Aguirre en su nuevo libro, Guerra Fría 2.0, la dinámica de entonces se renueva para que Rusia y China ocupen el espacio vacío que deja Occidente. El problema no es solo de pérdida de poder, es que donde antes había recursos para ejercitar la diplomacia y promover la cooperación, la mediación y el diálogo ya no los hay. Ahora todo se concentra en las armas. Y por ahí avanzan nuevas guerras, muchas sin visos de solución.
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