Dellafuente, seductor del folclore
El genio granadino sigue sobresaliendo como creador de canciones modernas a partir de la música tradicional, en el caso de ‘Lágrimas pa otro día’ fusionando con sonidos del Caribe
Dellafuente ‘Lágrimas pa otro día’ MAAS ☰☰☰☰
Agazapado y distante lleva años ya Dellafuente, el genio granadino al que no se le acaba el magnetismo aunque viva alejado de los focos y, en general, de todo. Un artista singular, incómodo con las lógicas de la industria musical y la exposición pública. Hasta hace poco también fuera de los conciertos, Lágrimas pa otro día es la bellísima excusa para volverse a reunir con sus incansables fieles. Se puede alejar de todo menos de ellos, y de la música que se hace entre cuatro paredes, donde sobresale como creador de canciones modernas que nacen de una fusión que parte de sus raíces, bien firmes en Granada y la tradición andaluza.
Este nuevo disco, lanzado con su propio sello, es contundente en sus convicciones. Transcurre por un camino distinto, experimentando y saliendo de la fórmula (la mezcla de flamenco y música negra, como el rap) que le ha hecho uno de los artistas más influyentes de la última década en España. Dellafuente pasea ahora, a veces agarrado del hombro de las personas correctas, por un universo sonoro plural con base en el Caribe. Más allá de su mano derecha en la creación y producción, Antonio Narváez, el ídolo urbano reúne en muchos de los temas del disco a unos colaboradores escogidos con precisión: Ralphie Choo, Rusowsky y Dinamarca, jóvenes vanguardistas que hacen levitar la música a través de una belleza íntima. El primero de estos tres firma también como intérprete la cálida y desgarradora –«grito tu nombre, grito y tu no me respondes»– Carameloraro.
Ocho temas bajo un lema
Son solo ocho temas en los que el granadino despliega a conciencia su lema Música Folclórica Atemporal a través de impregnarlas de canción tradicional y popular de
Cuba o México (un ejercicio parecido al que hiciera su colega C. Tangana en El Madrileño). Abre Cuando la cosa no me va buena,
una bossa nova venenosa y desafiante que reta a las siete canciones restantes del álbum a seguir al mismo nivel.
No lo baja la acusadora 3 caras
–«más mentirosa que un adicto», proclama Dellafuente–, con unas guitarras electrizantes que suben en los momentos oportunos, ni la bonita El camino antes de adentrarse en el regional mexicano a través de un corrido tumbado con la redentora Ni soy santo (con Vatocholo). «Tantos problemas son los que cabalgué; que alguno se quedó en mí», reconoce el granadino. Dellafuente también aprovecha el álbum para entregar a sus seguidores una nueva canción de amor, Sharila,
primer adelanto de este trabajo, y para relucir estatus en No te lo niego, ma dolío. La esencia flamenca sobresale en Pa llorar (con Ané Carrasco), una vuelta a los orígenes para finalizar una ejercicio preciso y precioso. IGNASI FORTUNY