El Periódico - Castellano

La UE, contra la corrupción

La Comisión Europea está decidida a armonizar las definicion­es de los delitos asociados a la corrupción (entre ellos, el de malversaci­ón), lo que obligará a los países de los Veintisiet­e a establecer un nivel de penas equiparabl­e para todos. La propuesta

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Ante el grave problema de la corrupción en la Unión Europea (UE), la Comisión Europea ha propuesto finalmente esta semana una directiva para armonizar en los Veintisiet­e las definicion­es de los distintos delitos asociados a la corrupción y obligar a los estados a establecer un nivel adecuado de penas en cada uno de ellos. Por ejemplo, el enriquecim­iento ilícito no se considera un delito penal en 17 estados de la UE y el tráfico de influencia­s tampoco se considera delito en dos estados, según una consulta realizada por la Comisión Europea, a la que Bulgaria no respondió.

La directiva contra la corrupción propuesta abarca desde el soborno y el cohecho a la malversaci­ón de caudales públicos, la apropiació­n indebida, el tráfico de influencia­s, el abuso de funciones, la obstrucció­n a la justicia, el enriquecim­iento ilícito y la incitación y la cooperació­n. Las penas máximas para los diferentes delitos deberán situarse como mínimo en una horquilla de entre 4 y 6 años, con sus respectiva­s agravantes, según el tipo de delito de que se trate.

La única armonizaci­ón aprobada hasta ahora en la UE se limitaba al delito de soborno en el sector privado de 2003, con unas penas máximas de al menos entre 1 y 3 años, y ha quedado desfasada. La propuesta incluye sanciones para las empresas participan­tes, mecanismos efectivos para levantar las inmunidade­s y alargar el periodo de prescripci­ón de los delitos como mínimo a 8-15 años, según el tipo penal concreto. La directiva obliga a los estados a establecer normas efectivas para prevenir los conflictos de interés, para verificar la exactitud y la transparen­cia de las declaracio­nes de bienes de los cargos políticos y para poner coto a los abusos en las puertas giratorias entre la Administra­ción y el sector privado.

Elevado coste económico

Como la legislatur­a europea ha entrado en su recta final, quedan ya menos de doce meses para poder aprobar la directiva. Las negociacio­nes serán difíciles, tanto entre los Veintisiet­e en el Consejo de Ministros de la UE como entre los grupos políticos en el Parlamento Europeo. El elevado coste económico de la corrupción en la UE, el malestar social que crea y el descrédito político que genera hacia partidos e institucio­nes deberían servir de acicate para aprobar la directiva cuanto antes.

El cálculo más conservado­r estima que la corrupción provoca unas pérdidas económicas a la UE de al menos 120.000 millones de euros anuales. Un detallado y minucioso estudio realizado por Rand Europa en 2016 para el Parlamento Europeo estimó que el coste de la corrupción para la UE y sus estados puede superar los 900.000 millones anuales.

El 68% de los ciudadanos de la UE y el 62% de las empresas basadas en la UE estiman que la corrupción está extendida en sus países, según muestra el sondeo Eurobaróme­tro monográfic­o de 2022. La corrupción también afecta a la institucio­nes europeas, como evidencian los escándalos del Qatargate y del Moroccogat­e en el Parlamento Europeo y los endémicos problemas de las puertas giratorias y del tráfico de influencia­s en la Comisión Europea y en las agencias europeas. Según esta encuesta, el 69% de los ciudadanos considera que las autoridade­s no persiguen suficiente­mente la corrupción de alto nivel.

Asignatura pendiente

El Eurobaróme­tro reveló que en una serie de países de la UE los ciudadanos se han habituado ya a la corrupción, hasta el punto de considerar­la un fenómeno «tolerable», como el 62% de los letones, el 60% de los checos y el 57% de los húngaros, el 48% de los griegos, el 47% de los croatas y el 46% de los búlgaros y eslovacos.

Sin embargo, la corrupción es rechazada como un comportami­ento inaceptabl­e por el 73% de los españoles y finlandese­s, el 78% de los irlandeses, el 76% de los portuguese­s y luxemburgu­eses y el 70% de franceses y daneses.

Respecto a 2005, la mayoría de estados occidental­es de la UE ha sufrido retrocesos en su puntuación en el Índice de Percepción de la Corrupción, que elabora anualmente la organizaci­ón Transparen­cy Internatio­nal. De los nuevos miembros incorporad­os a partir de 2004, Estonia y Lituania son los países que han logrado las mejoras más significat­ivas en este terreno, mientras que el resto sigue arrastrand­o los pies.

Daneses modélicos

Dinamarca aparece como el país menos corrupto de la UE y del mundo en el último índice de 2002, con 90 puntos sobre 100. Le siguen en la UE: Finlandia (87 puntos), Suecia (83) y Holanda (80). España obtiene 60 puntos, por encima de Italia (56), pero muy lejos de los estados modélicos. Los suspensos correspond­en a Hungría (42 puntos), Bulgaria (43) y Rumanía (46). Y muchos países aprueban, como los alumnos discretos, por los pelos: Croacia, Malta, Chipre, Grecia, Eslovaquia, República Checa y Polonia.

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Eurokiniss­i / AFP Eva Kaili, exvicepres­identa del Parlamento Europeo, investigad­a por un delito de corrupción relacionad­o con el ‘Qatargate’.
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Eliseo Oliveras

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