¡Menudas oposiciones!
¡Quién iba a pensar en lo que se iban a convertir las oposiciones convocadas el fin de semana pasado por la Generalitat a las que se presentaron más de 13.500 personas para 1.800 plazas! El espectáculo del sábado pasado fue bochornoso, sobre todo para quienes tenían depositadas sus esperanzas laborales en estos exámenes. Una empresa, Cegos, con experiencia en estas lides, logró el contrato, pero, según denuncia la Conselleria de Presidència, no lo cumplió. Es evidente que en estos casos tiene que haber penalizaciones y preverse en el contrato de adjudicación. Pero no hay que olvidar que el organismo convocante, en nombre del que se hace el trabajo, tiene responsabilidades ha venido a recordar la contrata.
Sea como fuere, las imágenes que se vivieron recordaban las antiguas aglomeraciones el primer día de rebajas en unos grandes almacenes, pero con más caos. Supongo que la sensación de los miles de candidatos a las pruebas en las que la propia Generalitat ha determinado que el 93% sufrieron incumplimientos graves, es muy amarga.
Los afectados –no el 10% ni el 50%, sino todos, concluye el Govern– no solo perdieron un sábado tras semanas de estudio sino que ahora deberán repetir los exámenes en julio, a las puertas de las vacaciones veraniegas. De nuevo tendrán que hincar los codos.
Curiosamente, como consecuencia del fiasco, en la administración quien ha pagado los platos rotos ha sido la directora general de Funció Pública, Marta Martorell, que no fue quien redactó las condiciones del concurso. El Govern necesitaba una cabeza de turco de manera urgente y avisa de que reclamará un millón de euros a la contrata. Se avecina pleito largo.
En todo caso dudo de que con lo anunciado baste ante esta y nuevas convocatorias de oposiciones. Serán precisas muchas medidas correctoras. Porque, sea haciéndolo directamente la propia administración, como ha dicho que hará al menos con la repetición de las últimas, o mediante contratas bien reguladas, lo del pasado fin de semana no puede volverse a repetir.
■