Mortandad de peces en el delta del Ebro debido al agua salada
La próxima semana se celebrarán varias reuniones para estudiar cómo asegurar las aportaciones de agua dulce en el ecosistema.
El delta del Ebro entero sigue pendiente de que el agua dulce llegue a las lagunas, muy amenazadas por la sequía. Los expertos llevan días avisando de que sin la aportación necesaria no solo está en riesgo la cosecha del arroz, sino también una biodiversidad única. De hecho, en las últimas horas se ha detectado un episodio de mortandad de peces. Se trata de especies invasoras (principalmente carpas) que no están acostumbradas a la salobridad del agua, pero igualmente es un aviso para navegantes de lo que puede suceder si la cantidad de sal en el agua excede los límites habituales.
Carpas muertas, y también un siluro, se pueden observar desde el mirador del Embut. Se trata de una zona de paso típica para turistas y ornitólogos, porque está cerca del complejo La Casa de Fusta, frente a la laguna de la Encanyissada. La torre de avistamiento es un buen lugar para contemplar ardeidos, una familia de aves zancudas de pico generalmente largo y puntiagudo, sobre todo garzas, que se alimentan de pequeños animales subacuáticos.
Resisten las autóctonas
Estos últimos días, sin embargo, lo que más llama la atención son los peces muertos que flotan en la superficie. Las carpas no son alimento para la fauna protegida ni tendrían que estar dentro del ecosistema. Ahí surgen dos preguntas. ¿Por qué han muerto estos animales invasores? ¿Puede ocurrir lo mismo con la fauna autóctona?
Responde a la primera cuestión el director del parque natural, Francesc Vidal, de forma muy didáctica: «El espacio se estaba secando porque los arrozales todavía estaban vacíos. Por este motivo, se dejó entrar agua de la laguna (la Encanyissada) con el fin de evitar que se secara del todo. Esta agua tiene más salinidad y de ahí que hayan muerto las carpas».
Sobre las posibles consecuencias en la fauna autóctona, Vidal afirma: «Todo el mundo está nervioso por la sequía y es normal. Pero hay que mantener la calma. Ni los flamencos han desaparecido (de hecho están criando) ni está muriendo la fauna autóctona, que ya está acostumbrada a cierto grado de salinidad». Riet Vell es uno de los espacios naturales que normalmente congrega a ornitólogos aficionados. Estos días apenas dispone de una fina lámina de agua.
Vidal sí reconoce, sin embargo, que si el agua finalmente no llega a las lagunas y las bahías, las aves, anfibios y peces pueden tener problemas. Sin embargo, confía en que no se llegue a este punto. «Tenemos varias reuniones previstas para buscar soluciones y decidir cómo conseguimos hacer llegar el agua dulce hasta estos espacios, aunque los arroceros tengan la orden de no desaguar», detalla.
Ciclo natural
El responsable del parque natural añade otra aclaración importante: «Algunas lagunas funcionan a través del agua del río directamente, sin necesitar los canales. Por ejemplo la zona del Canal Vell, la Alfacada o la isla de Buda. Hay marismas que sobrevivirán seguro».
Esta concreción es importante, porque cuando el Govern habla de asegurar el caudal ecológico se refiere al agua que llega al delta por los canales pero también por el cauce del Ebro. Dicho de otra forma: no se puede sacrificar todo el caudal del río para alimentar los canales. La inquietud de arroceros y naturalistas la entiende muy bien y también la comparte Vidal. Es consciente de que hay que encontrar la fórmula para que los arroceros dispongan de agua (pese a la restricción del 50%) y que el delta sobreviva. En estos momentos, los responsables del parque no tienen otro objetivo en el que trabajar.
El delta es uno de los principales humedales de España junto a Doñana, un espacio cada vez más precario y ahora inmerso en la polémica por la ampliación de los regadíos. Y en este punto hay un consenso inequívoco: el ecosistema climático del delta del Ebro no se puede dejar morir.
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