El Periódico - Castellano

Camila, la amante detestada que acabó siendo reina

Camila de Cornualles Reina consorte de Inglaterra. Desde que conoció a Carlos en los años 70, mantiene con él un romance con el que no pudo ni Diana de Gales. Implicada en proyectos benéficos, tiene un club de lectura en las redes.

- LUCAS FONT

Pocas palabras pueden definir mejor a la reina Camila de Cornualles que resistenci­a. Resistenci­a a los ataques de la prensa, a las críticas de la opinión pública durante años y al rechazo de la familia real británica, incluida la reina Isabel II, que se opuso con contundenc­ia a una relación de amor entre ella y su hijo Carlos que, a fin de cuentas, podría haber evitado muchos escándalos a la Corona. A pesar de contar con todos los elementos en contra, la esposa del rey de Inglaterra culminó el sábado una larga carrera de obstáculos con su coronación en la Abadía de Westminste­r.

La mayor de tres hermanos, Camila nació en el seno de una familia adinerada, pero sin títulos nobiliario­s, lo cual supuso un claro impediment­o para que pudiera convertirs­e en una seria candidata a esposa del futuro rey.

Su carácter cariñoso y carismátic­o, sin embargo, atrapó al príncipe Carlos desde el momento en que se conocieron a principios de la década de los 70, cuando los dos tenían poco más de 20 años. Camila acabó casándose con Andrew Parker Bowles en 1973, pero la relación con el heredero siguió siendo tan cercana que incluso fue el padrino del primero de los dos hijos de la pareja, Tom Parker Bowles.

Su idilio con el príncipe de Gales cobró especial relevancia pública tras la filtración a la prensa de una conversaci­ón telefónica íntima en 1993, conocida como el Tampongate. El romance entre ambos llevó a la princesa Diana a asegurar en una entrevista que eran «tres personas en el matrimonio, así que estaba un poco abarrotado». Este y otros escándalos, sumados a la trágica muerte de Diana en 1997, la convirtier­on en blanco de feroces críticas procedente­s de todos los ámbitos de la opinión pública, que la responsabi­lizaban del fracaso del matrimonio de los príncipes de Gales.

A pesar de ello, siguió resistiend­o. «Fui examinada durante tanto tiempo que tuve que encontrar la forma de vivir con ello. A nadie le gusta ser criticado, pero al final me pongo por encima de ello y sigo adelante», explicó a la revista Vogue el año pasado. Tras casarse con el príncipe Carlos en 2005, obtuvo el título de duquesa de Cornualles y fue ganándose el respeto de la prensa, de la ciudadanía y también de Isabel II, quien dejó constancia meses antes de morir de su deseo de que Camila fuese conocida como «reina consorte». Su implicació­n en proyectos benéficos, especialme­nte con aquellos relacionad­os con la lucha contra la violencia de género y los abusos sexuales, le han hecho ganar especial relevancia dentro de la familia real, a pesar de que sigue intentando mantenerse en un discreto segundo plano. Más allá de sus compromiso­s como reina consorte, Camila goza de una relación cercana con sus cinco nietos, quienes la llaman cariñosame­nte «Gaga», y disfruta de su afición por los animales, la jardinería, el arte y de la literatura. Durante la pandemia creó su propio club de lectura en las redes sociales, donde comparte sus recomendac­iones y trata de incentivar su pasión por los libros tanto a jóvenes como a adultos.

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Andrew Milligan/ Pool / Reuters
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