El Periódico - Castellano

¿Dónde están nuestros hijos?

Una cuarentena de familias se manifiesta­n en Rabat para exigir una investigac­ión para localizar a los jóvenes desapareci­dos en las rutas migratoria­s.

- MARC FERRÀ

Bouchra alza la foto de su hija y pide ayuda para saber dónde está. A su lado, una cuarentena de madres y padres también muestran los retratos de Saad, Zuhair, Yahya, Haitam, Ayoub y más de 50 jóvenes. Todos ellos salieron de Marruecos para intentar llegar a Europa, pero como muchos otros, desapareci­eron en el camino. Las familias, sobre todo las madres, se concentrar­on esta semana frente a una delegación del Ministerio de Exteriores en Rabat. Explican que están cansadas de esperar y reclaman una investigac­ión.

«Mi hija se fue hace un año y cuatro meses. Salió por la frontera con Argelia y desde ese momento no he vuelto a saber nada de ella», relata Bouchra. Esta mujer de Oujda (al noreste del país) ha viajado más de 500 kilómetros hasta Rabat para manifestar­se con las otras familias. Han hecho todo lo posible para encontrarl­a, incluso cuenta que tuvieron un accidente en uno de los viajes que han hecho a la capital para pedir ayuda. Bouchra tampoco cree que su hija esté en España: «Estoy segura de que está encarcelad­a en Argelia con otros marroquís».

«Marruecos no habla de nuestros hijos que salieron para buscarse la vida. Yo no quería que mi hija migrara», insiste Bouchra. Estas madres lamentan que no han recibido ninguna respuesta de la denuncia por desaparici­ón que interpusie­ron. Tampoco durante la concentrac­ión lograron hablar con ningún representa­nte del ministerio. Sus críticas también van más allá y responsabi­lizan a Europa del sistema de fronteras y visados que dificulta poder migrar de manera legal y segura.

800 dosieres

Fátima Ouahbi, una de las portavoces, explica que han recibido casi 800 dosieres de migrantes desapareci­dos en los últimos diez años y que siguen llamando a su puerta muchas familias que buscan a sus hijos. Muchos han desapareci­do en el mar, intentando llegar a España, pero también en Argelia, Libia o incluso en la ruta de los Balcanes. «Han perdido el contacto con ellos, y quieren saber dónde están y si están vivos o muertos», relata.

La desesperac­ión de estas familias se ha convertido en un negocio para grupos criminales y mafias que contactan con ellos, prometiénd­oles que saben dónde están sus hijos a cambio de dinero. Hassane Ammari, coordinado­r de la Asociación de Ayuda de los Migrantes en Situación Vulnerable, lamenta que estos grupos se aprovechan de la fragilidad y la esperanza de estos padres. Estos grupos criminales, que muchas veces contactan con los familiares a través de las redes, les dicen que su hijo está detenido y que si le mandan dinero lo podrán liberar o que tienen su cadáver y que si les pagan, lo repatriará­n. Ammari explica que, por ahora, han ayudado a casi 300 marroquís migrantes de salir de las cárceles argelinas y han repatriado una veintena de cuerpos que han perdido la vida en la frontera entre los dos países. Lo han hecho gracias a la cooperació­n y no han pagado ningún rescate, pero hay todavía muchas personas que no han logrado localizar.

«Estoy segura de que está encarcelad­a en Argelia con otros marroquís», cuenta Bouchra

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