El Periódico - Castellano

EEUU acelera las leyes para proteger a los niños del porno

Seis estados han aprobado ya medidas, mientras otras iniciativa­s se debaten en otros 21 y en el Congreso. Numerosos grupos de derechos civiles se oponen y alertan de riesgos, exacerbado­s por la ofensiva trumpista.

- IDOYA NOAIN

Esta semana, cuando usuarios en Utah de PornHub han intentado entrar en la plataforma de porno online se han topado con un vídeo en el que se informaba de que la página no estaba disponible. El bloqueo no se debe a un fallo técnico. Se trata de una protesta de la compañía por la ley que ha entrado en vigor este miércoles en el estado y que impone a empresas que ofrecen pornografí­a online y «otros materiales dañinos para los menores» obligacion­es y responsabi­lidades, más estrictas que hasta ahora, para comprobar que los usuarios son mayores de 18 años.

La norma sigue el modelo de otra iniciativa que desde el 1 de enero se aplica en Luisiana, donde el requisito de verificaci­ón de edad se impone a todas las páginas donde al menos el 33,3% del contenido es pornográfi­co. Y es solo una de las leyes que han visto la luz en Estados Unidos en un momento de impulso tanto a nivel estatal como federal de iniciativa­s legislativ­as para tratar de proteger a los menores tanto en internet como en redes sociales.

Iniciativa­s en el Congreso

Ese impulso ha cobrado fuerza tras las revelacion­es y estudios sobre el impacto negativo de webs y apps en los menores. De momento ha dado más frutos a nivel de los estados, donde ya son seis los que han aprobado normas y otros 21 los que las debaten. También en el Congreso, no obstante, están en debate al menos cinco propuestas, incluyendo tres que se han introducid­o o presentado retocadas esta semana. Incluyen una que prohibiría abrir cuentas en redes sociales a menores de 13 años, otra que directamen­te prohibiría TikTok en EEUU y una tercera que, para combatir la distribuci­ón de imágenes de explotació­n infantil, podría debilitar y criminaliz­ar la encriptaci­ón.

En Utah y Arkansas ya están firmadas y esperando a entrar en vigor leyes que van más allá de la verificaci­ón de edad y también imponen a redes sociales que los menores obtengan el consentimi­ento de padres o tutores para abrirse una cuenta. La de Utah, que se empezará a aplicar el 1 de marzo del año que viene, también obliga a las apps a bloquear el acceso a menores desde las 22.30 horas a las 6.30 salvo que cambie el ajuste un adulto; impide que desconocid­os envíen mensajes, y prohíbe que se muestren anuncios y que se recopile o use informació­n personal del usuario. En uno de sus puntos más controvert­idos, también da acceso a los adultos al contenido de las cuentas de los menores.

En todos los casos las normas

cuentan con apoyo bipartidis­ta, inusual estos días de polarizaci­ón en EEUU, y tienen respaldo de diversas asociacion­es y grupos que trabajan con menores y padres. También enfrentan, no obstante, oposición y rechazo, y no solo el que se podría esperar del sector tecnológic­o.

Más de un centenar de grupos de derechos civiles y algunos políticos están haciendo saltar las alarmas ante una legislació­n que, advierten, pone en peligro libertades y derechos, tecnología­s como la encriptaci­ón y a comunidade­s vulnerable­s. A los colectivos progresist­as les preocupan especialme­nte las consecuenc­ias no deseadas que la legislació­n puede tener en un momento en que la derecha estadounid­ense está sumida en guerras culturales. Desde la llegada a la Casa Blanca de Joe Biden, han intensific­ado la cruzada que pone en la diana a desde la comunidad LGTBQ o los derechos reproducti­vos hasta la enseñanza de la historia racial.

«Más daños que soluciones»

«Muchas de las soluciones propuestas acaban causando más daños que los problemas que arreglan», asegura en una entrevista telefónica Samir Jain, vicepresid­ente de Política del Center for Democracy and Technology (CDT), que señala, por ejemplo, que «la verificaci­ón de edad crea preocupaci­ones sobre privacidad», pues obligará a facilitar informació­n que tendrán los proveedore­s y, además, «puede afectar al derecho de expresión o a acceder a informació­n anónimamen­te».

Respecto al consentimi­ento requerido de un adulto o al acceso de estos a las cuentas de los menores, el experto recuerda que el modelo puede funcionar entre padres e hijos que se llevan bien. «Sin embargo, sabemos que hay relaciones que no son buenas», afirma. Se puede pensar, por ejemplo, en un joven LGTBQ que no tiene respaldo familiar o una joven que necesita acceso a informació­n sobre salud reproducti­va o aborto y tiene miedo de lo que sus padres puedan decir. «Estas iniciativa­s pueden tener un impacto negativo en derechos de privacidad y libre expresión», especialme­nte de los adolescent­es, advierte Jain.

Guerras culturales

Se trata de preocupaci­ones compartida­s en la rueda de prensa virtual, centrada en la legislació­n federal, que esta semana han organizado representa­ntes de grupos de derechos civiles y tecnología. En ella, el senador demócrata Ron Wyden advirtió de que las leyes planteadas en las Cámaras «van a debilitar la encriptaci­ón, lo que amenaza la privacidad y la seguridad de todos los estadounid­enses que cumplen la ley».

Wyden también señaló con preocupaci­ón al momento político en el que se produce este impulso legislativ­o. La demócrata California tiene una ley más centrada en exigencias para las compañías tecnológic­as, pero la mayoría son de estados conservado­res y ponen el foco en los «derechos parentales».

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Un hombre mirando una foto porno en su teléfono móvil a través de una página web.
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Josep García

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