La decadencia de un PSG en llamas
El cisma por la sanción a Messi aviva la crisis de un club que no ha sido capaz de reinar en Europa a pesar de los 1.500 millones gastados en fichajes por el jeque Al-Khelaifi desde 2011.
El tiempo ha demostrado que el dinero no siempre compra la felicidad. Lo ha intentado de todas las maneras Nasser Al-Khelaifi desde su desembarco en el Paris Saint Germain en octubre de 2011 con el único objetivo de convertir al club francés en el rey de Europa.
Su sueño se transformó en obsesión, pero ha sido imposible. Ahora, el PSG vive sus peores momentos del mandato catarí, con una sensación de crisis y desintegración que puede acabar muy mal. Los ultras han tomado protagonismo y exigen «limpiar el vestuario de jugadores parásitos». En esa categoría sitúan a Neymar en cabeza, pero Messi también está en una diana que ha alcanzado, incluso, a Mbappé.
Galtier, con las horas contadas
El pasado 8 de marzo se consumó un nuevo fiasco del PSG en la Champions. Ya se preveía un duro duelo con el Bayern, pero todo fue mucho más fácil de lo esperado para el cuadro alemán. El equipo de Christophe Galtier, que también tiene la horas contadas en el club, apenas compareció en una eliminatoria que expuso el ocaso de un grupo de estrellas sin alma.
Eliminado en octavos en Europa y fuera la Copa, al PSG solo le queda la Ligue 1, un campeonato que lidera por delante del Marsella a pesar de haber perdido tres de sus cuatro últimos partidos en casa. Si no hay una catástrofe, se proclamará campeón sin pena ni gloria. No bastará ese título a una afición enojada. Una de las imágenes de la semana ha sido la de los ultras del PSG insultando a coro a Messi y Neymar. La directiva se vio obligada a reforzar la seguridad ante los domicilios de ambos, así como en las instalaciones de entrenamiento. Verratti, nefasto en la eliminatoria ante el Bayern, es otro de los más criticados en una entidad en llamas.
El viaje no autorizado de Messi a Arabia le comportó una suspensión de dos semanas, un castigo que la prensa francesa interpretó claramente como una señal que anticipa el adiós del astro. Le Parisien llegó a publicar que Leo ya no vestirá más la camiseta del PSG. El argentino pidió disculpas el viernes, pero se quedó fuera de la lista del partido de hoy ante el Troyes. Leo, de 35 años, acaba contrato el 30 de junio y busca una salida, ya sea en el Barça, Arabia o Miami.
«Veremos cuándo vuelve y qué pasa. Hay un gran desfase entre lo que se escribe y lo que vivimos a diario aquí», afirmó Galtier, que no ha sido capaz de manejar con acierto una plantilla valorada en 900 millones de euros. El técnico marsellés fue el sexto experimento de Al-Khelaifi. El jeque despidió a Antoine Kombouaré en diciembre de 2011 cuando iba líder de la Liga para fichar a Ancelotti. Después llegarían Blanc, Emery, Tuchel, Pochettino y Galtier.
Ninguno consiguió la Champions. Tuchel fue quien se quedó más cerca al perder la final de 2020 ante el Bayern. Hasta 40 millones se ha gastado el jeque en despedir entrenadores, una cifra irrisoria comparada con los 1.500 kilos invertidos en fichajes. El desembolso más alto fueron los 222 millones pagados por Neymar en 2017. El brasileño, que tiene contrato hasta 2027 y cobra 46 millones anuales, es ahora el jugador más odiado por la afición.
El Colectivo Ultra París criticó en un manifiesto la política de fichajes del club, que ha «tendido puentes de oro a los mercenarios y a estrellas en el final de sus carreras que son meros vendedores de camisetas». Ney ha sufrido 24 lesiones desde que aterrizó en París. Acumula más de 700 días de baja y se ha perdido 120 partidos.
Los hinchas más radicales han generado un clima irrespirable en un club que ha fracasado en su intento de dominar Europa. Con Messi deseando marcharse, Neymar acosado por los ultras y Mbappé con las eternas dudas sobre su futuro, se avecina un verano lleno de turbulencias en París.
La planificación deportiva, comandada ahora por Luis Campos, ha fracasado en todas las líneas, no solo en el ataque, donde se han acumulado estrellas sin sentido. También atrás, con 17 porteros fichados en poco más de una década. Ninguno llegó a cerrar con llave, empezando por el último inquilino, un Gigi Donnarumma con más sombras que luces.
■
Los ultras exigen a la cúpula que limpie el vestuario de «parásitos y mercenarios»