El Periódico - Castellano

Golpe franco

Por sus victorias, por sus empates y por sus dichosos (y trabajadís­imos) 1-0, ahora el equipo que se viste de azulgrana (a veces) está a punto de ser, y parecer, mejor que todos los demás. 1-0 es también un resultado

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En la historia del fútbol hubo un tiempo de resultados abultadísi­mos que, ay, se prolongaro­n en la presente era en casos que para nosotros, los barcelonis­tas, son especialme­nte dolorosos en sentido contrario, es decir, cuando nosotros éramos los que hemos perdido la partida. No hace falta, pues, que remontemos el vuelo hacia esos escenarios de tristeza que el equipo nos ha deparado con una crueldad que se remonta a semanas o a años, según sea el estímulo con el que queramos alimentar nuestra tristeza.

Así que aquí no pretendo, ni pienso, alimentar la intensidad de nuestras derrotas. De lo que quiero hablar es de una circunstan­cia que se ha repetido con frecuencia este año (once veces) y que ha sido objeto de burla, o de subrayado burlón más bien, por parte de los que no quieren que el Barça gane, ni empate, ni en los entrenamie­ntos. Esa circunstan­cia que ahora les sirve a nuestros adversario­s para contar a la baja los méritos del equipo es que el Barça de ahora (eso dicen) gana sólo por la mínima, y que esa mínima, nuestro 1-0 o 0-1, que tanto cuesta, ya nos representa.

La penúltima burla

En esta ocasión, el último triunfo por la mínima, que fue contra el Osasuna que iba a disputarle al

Madrid la Copa del Rey, desató ironías ya esperadas por tan comunes, en la prensa, en la radio y en la televisión, aunque viniera después de un triunfo por 4-0 al Betis, por ejemplo, y otros resultados que, si bien fueron muy disputados, ocurrieran después de que el equipo azulgrana también ganara con cierta holgura.

En todo caso aquel 1-0 al finalista de la Copa fue el detonante de la penúltima burla pública sobre los resultados del Barça, así que fijémonos en ese partido en concreto. Venía con suplentes Osasuna, pero jugó como si hubiera jabatos en su plantilla; el Barça estuvo a punto de marcar muchas veces, y como suele suceder, esa manía que tiene el equipo contrario de existir y de repeler los ataques, o de neutraliza­rlos con buenas defensas, hizo imposible casi hasta el final los esfuerzos barcelonis­tas.

Como suele suceder, pues, el equipo contrario hizo lo que le explicaba un diplomátic­o portugués a la reina de Inglaterra cuando su majestad se extrañaba ante el hecho de que el representa­nte del dictador Oliveira Salazar le explicara la existencia de tantos pobres en las calles de Lisboa. Él siempre le decía a su majestad que aquellos andrajosos eran existencia­listas. ¿Y por qué usted los llama siempre existencia­listas a esas pobres personas? «Pues porque se empeñan en existir, Majestad».

Empeñados en existir

Pues los defensas de Osasuna, en este caso, se empeñaban en existir, igual que se empeñaban en lo mismo los distintos equipos que, sabiendo que el Barça puede ganarles, se empeñan en hacer existir a sus defensas, que en muchos casos no solo son acertados en las interferen­cias sino, que muy probableme­nte, no solo son mejores que los delanteros contrarios, si estos son del Barça, sino de otros, muy numerosos, que han perdido tantos encuentros como para estar ahora, pongo por caso, hasta catorce puntos por debajo del Barcelona.

Dicho sea, naturalmen­te, sin ánimo de ofender a tantos que se han burlado, en nombre de no sé qué victorias, de los resultados por

La victoria sobre Osasuna ha sido el detonante de la penúltima burla pública, aunque viniera después del 4-0 al Betis

la mínima (once, repito) del Fútbol Club Barcelona. Por sus victorias, por sus empates, y por sus dichosos (y trabajadís­imos) 1-0 ahora el equipo que se viste de azulgrana (a veces) está a punto de ser, y parecer, mejor que todos los demás. Visca el Barça, pues, y visca el 1-0, que también es un resultado. ■

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Jordi Alba, tras marcar a Osasuna.
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Juan Cruz

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