Evenepoel empieza el Giro corriendo en otro planeta
El fenómeno belga dejó sin efecto el duelo con Roglic en la contrarreloj inicial de la prueba. Le sacó 43 segundos a su rival esloveno y ya se vistió de rosa.
Remco Evenepoel no quiere ni oír hablar de duelos, solo de poner la directa y ganar el mayor tiempo posible en las etapas que le son favorables. El enfrentamiento entre el astro flamenco y Primoz Roglic no se vio, ni existió, en la contrarreloj inicial del Giro. El fenómeno belga voló, como si llevase una moto en vez de una bici para convertirse en una especie de mezcla entre Anquetil, Merckx, Hinault e Induráin cuando nadie les hacía sombra en la lucha contra el cronómetro. Sacó humo, se vistió ya con la maglia rosa y le quitó, ver para creer, 43 segundos a Roglic en 19 kilómetros, algo así para que el esloveno diga apaga y vámonos.
Cuando una carrera de tres semanas comienza con una contrarreloj, el máximo aspirante debe mostrar al resto que es el más fuerte. «Hay que ganar segundos psicológicos», le decía José Miguel Echávarri, director del mítico Banesto, a Induráin. Aunque fuese uno tan solo ya vale para que el principal contrincante sepa a lo que se enfrenta.
Un Jumbo con mal pie
¿Pero, 43? Eso es una pasada que evidencia el hecho de que Roglic no tuvo un buen día en un Jumbo, su equipo, que ha empezado el Giro con mal pie y con varios cambios en la alineación por caídas y covid19. Y es que, además, el corredor esloveno no sólo fue superado por un Evenepoel que pedaleaba en otro planeta sino por otros cinco corredores, entre ellos Joâo Almeida, el joven corredor portugués que ya fue líder en el Giro de 2020, y Filippo Ganna, el especialista italiano y héroe local que había ganado las últimas cinco contrarrelojes del Giro en las que había participado y que, por lo tanto, era la gran atracción de los tifosi para adjudicarse la etapa inicial de la carrera.
Evenepoel dejó claro que no ganó la Vuelta por casualidad, ni el campeonato del mundo, ni las dos últimas clásicas de Lieja, ni nada de lo que se ha propuesto hasta ahora, a pesar de que tan solo tenga
23 años. Hay que ser muy salvaje y animal, sin que nadie se ofenda ni se tome la palabra como despectiva, para rodar la primera mitad de la contrarreloj, que circulaba por un idílico carril-bici junto al mar Adriático, a casi 60 kilómetros por hora. Es que si va con un ciclomotor lo quema o destroza las baterías eléctricas. Y fue el único que, al acabar la etapa, con tres kilómetros finales en subida que ralentizaban la marcha, lo hizo por encima de los 55 por hora, una exageración en 19 kilómetros. Un ciclista ha de ser muy bueno y con mucha clase para conducir una bici a ese promedio, algo que nadie más consiguió en el estreno del Giro.
Sin españoles destacados
Queda toda la carrera, días de incierto resultado, los contratiempos que siempre aparecen por viento o cortes del pelotón, la obligación de regatear las caídas, de no tener ni el mínimo despiste, hasta la necesidad de tener que aguantar las ganas de orinar cuando asoma cualquier peligro y la improvisación que busquen los rivales.
Pero para empezar Evenepoel puso a los adversarios de cara a la pared, y sin que nadie se ganase el derecho a protestar, en una contrarreloj inicial en la que el mejor español fue Luisle Sánchez, el 72º de la tabla, a 2.12 minutos del ganador. Nada que añadir. ■