Un tramo de la Gran Via tendrá doble nombre para alivio vecinal
El ayuntamiento opta por la salomónica decisión de ahorrar el engorro de un cambio de dirección a tres escaleras sin renunciar a dedicar una plaza a un activista vecinal.
Nadie pone en duda que Josep Pons i Mogas merece un hueco en el callejero de Barcelona. Una plaza le rinde recuerdo desde el pasado 1 de abril en La Bordeta, donde fue un popular comerciante y, a su vez, un ciudadano comprometido desde los tiempos de la lucha antifranquista. Nadie cuestiona que los jardines –flanqueados por un bloque de factura reciente, junto al recinto de Can Batlló– hayan adoptado el nombre del activista.
De ahí que no se desprenda acritud del cartel plastificado, pulcro y respetuosamente pegado bajo la placa con el nombre del militante anarquista. Allí colgado trata de despejar confusiones: las tres únicas porterías que dan a la explanada que acaba de ser consagrada al líder vecinal siguen radicadas, en realidad, en la Gran Via de les Corts Catalanes.
El impreso adherido a la pared que advierte de que la dirección correcta no ha variado y sigue correspondiendo a los números 195, 197 y 199 de la avenida más larga de Barcelona convive con el rótulo homologado del nomenclátor de la ciudad, que informa de que, también justo ahí, está la plaza que evoca al dirigente vecinal. De primeras, podría resultar incongruente, pero no hay contradicción entre un letrero y otro: ambos son correctos e indicativos de un breve percance cuya solución ha sido recibida con alivio.
Cabe conocer los antecedentes para entender el porqué de la doble nomenclatura. Con la inauguración
▶ La Cursa El Corte Inglés se volvió a coronar ayer como una de las carreras populares más masivas no solo de Barcelona sino también de España al ver incrementada su participación en un 20% respecto a 2022.
▶ Más de 26.000 corredores entusiastas, como se desprende de la fotografía, se entregaron a recorrer el centro de Barcelona en una prueba de 10 kilómetros dominada por Artur Bossy y Cristina Silva.
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del nuevo nombre del parque, el Ayuntamiento previó modificar la dirección de la única finca avecindada en la explanada: sus tres escaleras, habitadas desde hace apenas un lustro, se iban a emancipar de la arteria que atraviesa la ciudad para pasar a ser las únicas con domicilio en la flamante plaza de Pons i Mogas. Por su emplazamiento, no resulta obvio identificar a las comunidades como un eslabón más en la amplia cadena de Gran Via: un par de señales avisan de que los portales quedan en la trasera del edificio. «Ahora los repartidores ya lo saben pero, en los primeros años, iban perdidos», recuerda un vecino.
Cambio imprevisto
Es sabido que las cuentas pendientes de la ciudad acarrean ciertos trámites para los habitantes de las vías que mudan de denominación. Se antoja algo potencialmente engorroso. Pero, más que el hipotético incordio, lo que descuadró a los residentes fue enterarse a pocos días del tributo previsto al activista que iban a dejar de constar afincados en la Gran Via para pasar a estarlo en la plaza. Apenas quedaba margen para alegar antes del papeleo inesperado que se les venía encima.
En la segunda quincena de marzo, recibimos un panfleto del ayuntamiento que decía que nos cambiaban de dirección. Para entonces, quedaban dos o tres días para que acabaran los días hábiles para podernos oponer”, explica un vecino que escribió a la sección Entre Todos de EL PERIÓDICO a primeros de abril, cuando se creo un cierto revuelo en la comunidad. Tras batallar duramente, la decisión quedó anulada.
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