Ed Sheeran ‘-’
La estela de Shape of you, tema que en 2017 sacó la guitarra acústica del museo y la reivindicó como instrumento sexi, ha ido perdiendo algo de ímpetu, y el punto más crítico lo supuso el álbum titulado con el símbolo = (conocido en inglés como equels), lanzado hace año y medio. Obra endeble a la que ahora Ed Sheeran responde atacando por otro flanco: su nueva obra, - (signo de resta: subtract), reposa en canciones más recogidas, tonadas sentidas y atmósferas graves, ya sea por la vía electrónica o del arreglo de cuerda.
Es un álbum que propone un giro operativo, porque Sheeran ha sometido a su equipo de trabajo a una notable purga. Se han esfumado cómplices habituales como Johnny McDaid y entran en escena cuatro altos operarios: tres avezados hit makers como son Shellback, Max Martin y Fred Again (que ya habían colaborado ocasionalmente con el pelirrojo de West Yorkshire) y, más determinante todavía, Aaron Dessner, miembro de The National, además de productor de los discos intimistas de Taylor Swift, Folclore y Evermore (ambos de 2020).
Cicatrices que sanan
Dessner no solo cuela su nombre como coproductor, sino también como coautor de la mayoría de las canciones, y es fácil establecer comparaciones con el clima dominante en aquellos álbumes de Swift. Un pulso introspectivo, confesional, que Sheeran practica desde el primer tema, Boat, basado en la voz y el rasgueo de la guitarra, donde habla de oleajes amenazantes («no romperán mi bote», hace saber) y de «cicatrices» que «sanarán». Momento para recordar que este álbum es su correctivo anímico tras algunos episodios ingratos: la muerte de su amigo Jamal Edwards (emprendedor del entorno musical) y el